(Breverías)
Gracias por tu arenga, hombre. Pero no es eso. El empeño de las mujeres nunca fue por el poder, sino por el buen gobierno.
En CasaChina. En un 9 de Noviembre de 2020
Una manera personalísima de mirar y escribir sobre las cosas que pasan en mi entorno
129/202
(Historias circulares)
Era una mujer amante, que a fuerza de amar aquel incierto paisaje se apropiaba de él, y lo llamaba “mío”.
Era un paisaje de nadie, adúltero e infiel por naturaleza como cualquier paisaje; voluble como las cuatro estaciones.
Era una estación sin viajeros, porque todos fueron apeándose antes de llegar a su destino.
Era un destino incierto, en cuyo trayecto alguien fue borrando el nombre a los andenes.
Era un andén sin horas donde el reloj se detuvo hace ya demasiado tiempo como para que alguien intente ahora ponerlo en hora.
Era la hora de la verdad. La mujer que amaba aquel incierto paisaje supo que había llegado a su propia “estación términi”. Su destino estaba echado. Paseó una última mirada a lo largo del andén vacío y sin nombre. Volvió los ojos con desgana hacia la inmovilidad de las manecillas del reloj parado, y se tiró a las vías, sabiendo de antemano que moriría de espera, porque ya no pasaría ningún tren que la liberara de tanto amor.
Todo se ha consumado.
En CasaChina. En un 4 de Noviembre de 2020
(El silencio de los simios - 128/2020)
«No he de
callar por más que con el dedo,
ya tocando la boca o ya la frente,
silencio avises o amenaces miedo.
¿No ha de haber un espíritu valiente?
¿Siempre se ha de sentir lo que se dice?
¿Nunca se ha de decir lo que se siente?
…». Francisco de Quevedo
Unos pocos eran miserables abanderados de ese buenismo ramplón y exhibicionista, buscón del eventual aplauso callejero.
La mayoría silenciosa, aplastada por el peso de sus miedos, vinieron a decirme: calla; no merece la pena correr el riesgo.
En mitad del gran silencio simiesco, el rumor de los cuatreros, envalentonado, tanteó con sus ganzúas la cerrazón de todas las puertas. Y, en vista de que permanecían cerradas y atrancadas, fue descerrajando las más endebles y entró a saco, sin importarle las miradas de pánico consentidor de los desvalijados.
Ya se sabe lo irrespirable que se hace el aire
allí donde la complicidad con los rateros se espesa.
Aún resonaban murmullos de su presencia cuando los confinados por el miedo se arriesgaron a abrir las ventanas tratando de respirar siquiera una bocanada propia, sin saber que ya no quedaba aire que respirar.
Cuando llegó el juicio universal, los mudos fueron condenados como autores necesarios del aciago despojo de la palabra.
En CasaChina. En un 3 de Noviembre de 2020
Yo que cuidé los años uno a uno
como quien cuida lirios
o azucenas,
y les regué los quicios a los pétalos,
y les podé las iras,
y humedecí sus penas,
y talé las palabras injuriosas
y abone las raíces de ser buena,
y vine a ser muy pobre,
muy, muy pobre
a fuerza de largueza
cosecho hoy mis años de estiaje,
pura feracidad en mi cosecha;
atrojo mil aromas de recuerdos
de búsquedas y encuentros
de azarosas llegadas
y de ausencias.
Viene llegando un tiempo de inventario.
Tendida está la mies sobre la era.
Me percibo. Me huelo. Me traduzco.
Conjugo el verbo ser:
Yo soy mi tierra
bien trabajada, pródiga y fragante.
Una larga cobranza en sementera:
Aceite, pan caliente, vino espeso
manjares que de simples se asemejan
a un alígero son de colibríes
libando la ambrosía sobre mi mesa,
mientras me transfiguro en ofertorio,
en polen redivivo.
Y en nobleza
doblada en mil magníficas arrugas
que esbozan en mi piel la vida entera.
En CasaChina. En un 1 de Noviembre de 2020
( GitaneandoEnVerso ) Gitaneando en verso - 09/2025 También ellos… No es un grito fugaz y destemplado. Tan solo es un murmullo...