(Jaeneando)
127/2023
En algún sitio lo tengo contado. Apenas tenía entonces 18 años. Era Maestra Nacional adscrita a la Campaña de Alfabetización iniciada en el curso 1963/1964. Me hospedaba en el desaparecido Hotel Suizo y, en otro mes de septiembre como todos los meses de septiembre en Jaén, un grupo de huéspedes del hotel subimos a la piscina de La Mella a refrescarnos un poco. Fue tan emocionante contemplar aquella puesta de sol…
Hoy José Miguel de la Torre, con la foto de la Mella, junto a ese comentario en el Periódico, me recuerdan que les pedí que nunca olvidaran aquel instante.
El tiempo hizo que cada uno tomáramos nuestros distintos caminos. Varios años después recibí el soneto que inserto más abajo, escrito por uno de aquellos acompañantes, y que nunca llegó a entregarme. Me lo enviaba el hijo del autor con una nota: “Mi padre ha muerto. Dejó este soneto escrito en un sobre a tu nombre”.
Recordad la belleza de esta tarde, dijiste,
y bien sabe el Señor que yo querría
saber cantar desde la Soria fría
para poder hacer lo que pediste.
La tarde que moría, una primera estrella,
tus ojos insondables, el sol de oro
y tu cabello suelto como verso sonoro,
un recuerdo insondable a espaldas de La Mella.
Más tú que sabes de la melancolía
que como carga me traje al alto llano
desde esas tierras de tu Andalucía,
piensa que en una tarde de verano
el corazón de un hombre que sufría
por una vez tuvistes en tu mano.
En CasaChina. En un 13 de Septiembre de 2023