(Del rosa al amarillo)
Pues que avanzar por lo amarillo
es regresar a las brumas del rosa
Mientras estaba interna en el colegio de las Carmelitas de Jaén, cada mañana me prometía a mí misma honrar la vejez jubilando los despertadores para levantarme cuando los ojos quisieran abrirse por sí mismos.
Hace algún tiempo que jubilé honrosamente a los despertadores.
Pero los ojos... ¡Ay, los ojos! Echan de menos la fosforescencia digital, y se abren en la oscuridad, por sí mismos.
Y a deshora.
Mi duda ahora está en decidir si jubilar a los ojos o dejarlos abiertos dos o tres sueños más.
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