(Estoy leyendo un libro…)
78/2023
A ANA MORENO SORIANO,
que, desde que leí ese libro suyo, acude a mi memoria cada vez que emerge un ¿Y
AHORA, QUÉ?
Que
me encontraba ante el trabajo de una erudita lo supe nada más abrir el libro <EL
LABERINTO DEL PATRIARCADO>, cuya lectura he rematado haciéndome trampas
a mí misma para evitar acabarlo, con esa dedicatoria dirigida por la autora a
tres hombres de su vida: a la memoria de su padre; al reconocimiento de su
esposo; a la confirmación de su hijo. Bien empezábamos −recuerdo que me dije− si
un libro de vindicación feminista comenzaba por reconocer que esta batalla del
feminismo, sin ellos, no tendría un sentido de autenticidad.
Traspasadas
las dedicatorias, acometo la lectura del prólogo −de ANA DE MIGUEL ÁLVAREZ− que
ya desde el tercer párrafo me confirma que vamos bien cuando se refiere a “…las
mujeres y los hombres feministas”.
Me
detengo un momento para hacer examen de conciencia sobre mi “pecado” de pensamiento,
regodearme en esas ideas preconcebidas que me lastran (y me han impedido muchas
lecturas que ya no podré hacer). ¡Y yo que creí, desde mi desorientado y tozudo
descreimiento del marxismo, que unas marxistas confesas jamás podrían razonar
con semejante ternura hacia nuestros compañeros de vida y de convivencia
terrestre…! ¡Qué le vamos a hacer! Cualquiera tiene/tenemos nuestras cautelas
irracionales y nuestros miedos adquiridos o inducidos. También yo; pero he
aprendido a quererme, y mucho, con esos desconchones en los cimientos.
El tránsito por el libro de esta marxista confesa y paisana
irredimible ha sido como un baño de alberca quinceañera en mitad de los agostos
de entonces: un tierno gozo libertario, que se iba convirtiendo en desazón
según se acercaba la hora de salir del agua (de la lectura) y regresar a la
siesta solitaria del “y-ahora-¿qué?”.
Cuando
subo el escalón de la página 227 siento como un vahído de pérdida: algo así
como el desaliento de aquel poema del <Y AHORA, ¿QUÉ?> ya mentado, que
escribía algunos años atrás, y que reproduzco aquí para que se sepa de lo que
hablo.
¿Y AHORA QUÉ?
22/2017
Ya cumplí
con todo el ritual de seguir viva.
Ya me desperecé deshabitada,
ya me lavé los dientes,
ya me bebí sin ganas
la oscura soledad del desayuno,
mordisqueé palabras silenciadas
como un perverso postre sin azúcar.
Ya recorrí el pasillo
sabiéndolo vacío y silencioso,
deshice una nostalgia,
hice la cama,
me senté en el sillón de pensar lenta
muy lentamente,
apenas sin un plan al que agarrarme.
Ya me desperecé de otra congoja.
Regué un par de macetas con desgana,
escuché las noticias de la tarde,
me hice un bocadillo de pan solo,
bebí un vaso de vino,
lloré un poco…
Crucé cuatro palabras
con este desconsuelo taciturno
que llega por las noches,
en el que arden nombres sin regreso.
Ya miré las paredes y los cuadros
y las fotografías desalmadas.
Ya di de mano hoy.
Ya estoy cumplida.
Y ahora,
¿qué…?
En “CasaChina”. En
un 24 de Junio de 2017
Después de leer de nuevo el poema, y sin acabar de decidirme
a cerrar el libro de Ana Moreno Soriano, sospecho que, tras su lectura,
no volvería a escribir semejante poema, porque la respuesta a ese desalentado
“¿Y AHORA QUÉ?” tendría el nombre y el apellido de esta mujer tan llena de
ternura hacia nuestro género, para quien la palabra amistad es un jubileo de
entendimientos en torno a un café o a un vasillo de vino peleón.
La cosa la tengo clara: como reza aquel himno que
siempre me malograba el rímel en los más conspicuos actos militares de los que
viví con mi compañero, antes de que él mismo se fuera a cantarlo por lo
desconocido, “LA MUERTE NO ES EL FINAL”. Lo que, aplicado al libro de Ana
Moreno Soriano, a quien conocí por casualidad, pero no es una casualidad el
que la ame en su esencia de feminista, el final de la lectura de este libro
no es el final del libro. En lugar de llevarlo a descansar en el estante de
Mujeres de mi biblioteca, lo dejaré en mi mesilla de noche de mujer a medio comprometer para que me haga
compaña cada vez que me asalte un “¿Y AHORA, QUÉ?”.
Pero, antes: gracias, mujer hermosa.
En CasaChina.
En un 28 de Julio de 2023.
…Y te escribo,
Julio, con mayúscula porque nunca volverá otro 28 de Julio de 2023