105/2021
A quien quiera que sea quien ha escrito ese relato.
Me honran nominándome como miembro del jurado de un concurso de relato breve desde uno de esos
pueblos, primorosos vistos desde afuera y turbadores cuando se pisan sus calles
y se viven sus misterios; uno de esos pueblos que forman parte de la quincena de prodigios de los muchos de Sierra
Mágina.
−¿Aceptar dices? −respondo
al requerimiento, al tiempo que trato de desterrar de mi voz cualquier vestigio
de estas agitaciones tontorronas que, llegado un tiempo, sobrevuelan nuestros
agradecimientos como quebrantahuesos que dejan oír el emocionado crujir de los
años−. Para mí será mucho más que un placer.
(¡Qué mayor
honor! Ya se sabe que mis querencias y actividades están entozudadas, desde donde
me alcanza la memoria, en darle aire y suelta a tantísimo talento como el que
hay en nuestra comarca, como una animadora le da aire a su bata de volantes, o
como una vaquilla reclama suelta a sus andanzas a cornada limpia).
“Te mando los
trabajos de los concursantes por correo electrónico, y ya me dices. Pero antes
del día 20, ¿eh!
No había pasado
ni media hora cuando llegan a mi ordenador los relatos, (¡Dios mío, qué invento
este de los e-mails! Si Juan María, el cartero de mi infancia, levantara la
cabeza…). Llegan, digo, los relatos sin nombre, ni santo, ni seña que
identifique a la madre que los parió.
“Hay que puntuar
del 1 al 5” −me advirtió la voz organizadora del certamen. Y una, que ya es “perro
viejo” (que no, “perra vieja” que me suena a mí malamente por muy leguajarero
inclusivista que digan que es), se hace su propio esquema:
CRITERIOS DE PUNTUACIÓN HASTA 5 PUNTOS
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CONCEPTOS
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PUNTUACIÓN
PARCIAL (+/ −)
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PUNTUACIÓN
TOTAL
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NARRATIVA:
de 1 a 2 −>
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ORTOGRAFÍA:
1……..−>
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SINTAXIS:
1……..……−>
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CONJUNTO:
1………. −>
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Puntuación final…−>
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……………………………….
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En caso de errores o faltas inasumibles,
puede restarse un punto, de forma que la puntuación final será la diferencia en
los cálculos.
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Leo.
…¡Vaya! Aquí no hay una historia
propiamente dicha.
…Este no está
mal, aunque le pueden las prisas. No se sabe dónde acaba un párrafo y dónde
empieza el siguiente. Además, esa “h” en un verbo tan de no llevarla…
Veamos cómo va
este.
De repente, nada
más atravesar las primeras líneas del siguiente relato, su lectura me toma al
asalto.
¡Uf! Nunca probé
lo de sorber polvillos por las narices, y no por falta de ocasión, sino por
abundancia de miedos a no poder manejarme a mi antojo; pero, según lo que
cuentan los que saben, los efectos deben ser muy parecidos a lo que me está
sucediendo con este relato: ante mis ojos pasmados se van colocando por su
cuenta los elementos precisos −ni uno más, ni uno menos− de tal forma que la
historia se está armando con un ritmo trepidante y, al mismo tiempo, delicioso,
dándole holganza a mi lápiz de señalar. De vez en cuando, se repite una idea ya
apuntada, regresa la historia sobre una visualización inducida como si fuera un
meandro de los del río de Cuadros, evoca un párrafo completo que ya había leído,
de tal manera que obliga a fijar la atención en lo que quien quiera que lo haya
escrito desea que se fije quien lo lee. Habilidad no le falta.
¿Y el lenguaje!
¿De dónde se habrá casado semejantes léxicos?
Cualquier lectura,
si es buena, (si es mala, también) nos lleva a la necesidad de investigar.
Dejo a un lado la
lectura y me echo a poner en claro alguna duda. Porque esto tiene que haber
salido de algún sitio muy particular que no me es desconocido.
¡Mira tú por
donde que esa palabreja −que no voy a mentar por aquello del anonimato− aunque
esté escrita con “g” y con “v” en lugar de con “j” y con “b” como debiera ser, es
un verdadero acierto, porque nos sitúa en el lugar exacto! Y, si no me
equivoco, está en un libro al que le tengo ganas desde hace tiempo, pero que se
me resiste: <LÉXICO DE LA REGIÓN PENIBÉTICA> de Alejandro
F. Idáñez De Aguilar. Lo encontré en alguna biblioteca; pero me gustaría tanto
poder garrapatearlo en vivo y en directo.
Ya que me he distraído,
aprovecho para intentar de nuevo su compra por Internet, y vuelvo a toparme con
el “descatalogado” de otras veces. No importa. Volvamos al relato.
¡No! Esto no es asquerosillo
como los polvos de sorber; esto es muy gustosico; semejante a lo de acostarse por
el invierno en compañía, encima de un colchón de lana bien cardada, y subirse
el embozo hasta los ojos para gozar del calorcico recién mullido.
Acabo la lectura
con pesar, y escribo:
¡Magnífico relato! Con las palabras justas, recursos literarios
contundentes, riqueza de vocabulario y ritmo que nunca decae. El desenlace es
magistral. Y el cierre, de artesanía.
Eso es lo que escribo.
Lo que pienso es que voy a pedirle a la voz que me invitó a
ser parte del jurado si sería posible estar presente en la proclamación de
ganadores y entrega de premios. No quisiera yo irme de estos andurriales sin
conocer a quien quiera que sea que me ha regalado esta lectura de auténtica
maestría en lo de montar un relato breve.
Y, encima, no sé si DE Sierra Mágina o EN Sierra Mágina.
Lejos
de Sierra Mágina. En un 11 de Agosto de 2021