VA DE...Batiburrillo literario

miércoles, 22 de marzo de 2023

PESO MUERTO


20/2023

Alguien −y no sé quién−

ha lastrado las suelas de mis botas.

¿Serán las incontables primaveras que ya he visto emerger?

 

Me empino −quiero alzarme−

hasta el borde del aire y de los pétalos.

Pero la tierra tira, tita, tira hacia lo más profundo del cansancio.

 

Espasmo. −Quizá un pájaro−

escapa entre rumores del blanco florecido.

El árbol lo contempla con nostalgia anclado a sus indómitas raíces.

 Yo, aquí.

 n CasaChina. En un 22 de Marzo de 2023

 

martes, 21 de marzo de 2023

21 DE MARZO DE 2023

 

 17/2023

Anoche,
como una encrucijada entre dos luces,
las varetas más altas del cerezo recluso y urbanita,
tiritaron,
sombrías como azotes infantiles.

Su verticalidad descolorida anocheció delante de estos ojos
ahítos de un larguísimo vadeo de almanaques.

Fue semejante
a una conmoción sin barandillas
helándole la luz a las farolas profesas del asfalto.

Como si presintieran la erupción
de pétalos recién elaborados
allí, en lo más profundo,
las ramillas más tiernas y fogosas cotorreaban
aún en blanco y negro.

Esta mañana
la redondez encinta del cerezo
ha florecido
preñando de rubores el fondo de mi escaso jardinillo.

¿Será que desdobló otra primavera?

 

En CasaChina. En un 21 de Marzo de 2023

 

Porque ya nunca habrá otra 21 de Marzo de 2023, te escribo, Marzo, con mayúscula.

lunes, 20 de marzo de 2023

"INFORMANTES" del grupo ANDARAJE

30/2023

      Este periódico Jaén, y este director suyo, Juan Espejo, no se andan con chiquitas: si tienen que ponerle paisajes a lo que se escucha, ahí que se echan ellos a la carretera y empiezan a trasegar kilómetros hasta que encuentran lo que buscan.

    Tiempo llevo yo −y quienes conmigo leen el diario− espulgando (que no “expurgando”) entre sus hojas una nueva aparición de ese nombre que a mí me remueve los entresijos de la memoria y me “okupa” los tímpanos con reminiscencias de acufenos celestiales de adolescencia mal olvidada: ANDARAJE.

    Era El Andaraje del que hablo un barrio de Jódar (de los que todavía están, porque los barrios de nuestros pueblos son inmortales como dioses), con uno de esos paisajes, EL LAVADERO PÚBLICO, que algún munícipe con ínfulas de moderneces historofóbicas macarrillas me cambió de sitio, hasta arrancarme aquel poema encorajinado que dormita entre los versos del poemario <PROBABLEMENTE, OTOÑO>:Me movieron de sitio otro paisaje/ otra fatalidad, casi otro encuentro./ Cual el árbol que cambia de vestido/ cuando llega su tiempo, y se desnuda, y se entrega en los brazos del invierno/ sin saber lo que hace/ el paisaje vestido de frescura/ fue asaltado/ a golpe de piqueta./ Igual que el anticipo del ocaso/ fueron desmantelando su armazón/ dejando el esqueleto a la intemperie./ Tendré que convenir/ que allí donde reinaban los escombros/ hay ahora una plaza con estatuas/ (con las que no me hablo, aunque me miren/ con esos ojos muertos sin pupila)./ (Nunca crucé palabra con extraños)./ ¿Pero dónde?/ ¿Dónde estará el paisaje que sabía/ el último motivo de un recuerdo?”.

        Como digo, desmantelaron la nobleza de la pileta de piedra, a la que se llegaba tras bajar dos escalones tan de piedra como la pileta misma; arrancaron y arrumbaron en algún lugar ignoto las grandes losas sobre las que nuestras jodeñas (¿o suena mejor “galdurienses”?) mujeres restregaban el poco o mucho ajuar doméstico −dependiendo de que lavaran ropa propia o de encargo de casa-bien− de los años más oscuros, al tiempo que enjuagaban sabañones en las aguas heladas de aquel manantial inagotable y trasparente como la conciencia de un jilguero. Con lo que no pudieron las piquetas sin talento fue con la tozudez del manantial, de manera que allí siguió manando como una vomitera de vino peleón, a la espera de que algún remordimiento le devolviera la escudilla donde vaciarse. Ese lavadero estuvo a la espalda de la iglesia parroquial, con la que compartía linderos santificados, campanas de buen consejo y cornejas de pésimo cantar.

        Por entonces, y en un lateral de la parroquia, además del sacristán, vivía el sochantre, encargado, como el nombre de su cargo indica, de dirigir del coro de una iglesia en los oficios divinos.

No sabría decir si fue la nostalgia del rumor del agua del lavadero del Andaraje, o los buenos oficios de los oficios divinos que el sochantre apuntaba con letra redondilla en sus partituras lo que movió a su hijo Jesús a meterse en fandangos −nunca mejor dicho− y poner la oreja a la escucha de lo que las lavanderas −a las que él sigue llamando sus “INFORMANTES”− canturreaban entre dientes con musiquilla de himno condenado a la horca, cuando no a garrote vil −“arriba los de la cuchara/ abajo los del tenedor/ que todos “semos” comunistas/con el martillo y la hoz”−.

        El caso es que, hace 50 años, el tal Jesús, se juntó con un tal Pepe Nieto −el de “Tejidos Nieto”− y con un par de mozas de buen ver y superior cantar; y, a falta de dineros para mercarse mejores instrumentos, agarraron de sus casas almireces, sartenes, botellas de “Anis-del-Mono”, carraquillas y cualquier otro trasto al que poder arrancarle un qujío, y comenzaron a remedar a las lavanderas de detrás de la iglesia.

       Las siguientes en ser espiadas mientras canturreaban a sus anchas, aligerándose de sapos mal atragantados, fueron las capacheras. A fin de cuentas, viviendo como vivían en lo más alto del cerro San Cristóbal, en aquellos agujeros trogloditas de boca enyesada, no corrían riesgo alguno con las picardías de las letras de sus cantares, porque por allí no subía “la autoridad” a censurar canciones de mal ver como “la MariaJuana,/ la que cantaba/ bebía vino/ y se’borrachaba/ y a su nene tética le daba/ como era tuerta/ como era tuerta/ con el culo’atrancaba la puerta…”, que por las Pascuas derivaba a temas más navideños como “A Belén la llevan/ a Maria Zambullo/ tres pares de bueyes/ le tiran del culo”.

        Esos tengo entendido que fueron los comienzos del GRUPO ANDARAJE. Pero ya se sabe que esto de hurgar entre monsergas y rarezas de tiempos pasados es como lo de rascarse: que no se encuentra alivio si no se sigue en ello hasta que se abre la piel. Y EL GRUPO ANDARAJE, que cuando comenzó en 1972 era un puñado de gurruminos, se echaron a crecer y a buscar y rebuscar cancioncillas de entredicho por la comarca de Sierra Mágina; y luego, por las aledañas; y más tarde por la provincia entera, hasta traspasar fronteras regionales y provinciales. Y ahí están ahora, cincuenta años después, con un bagaje que para sí lo quisiera el editor −si es que lo hubo− del romancero universal.

        Arrancaba yo diciendo que ni el periódico JAÉN, ni su director, Juan Espejo, se andan con chiquitas y miserias a la hora de ofrecernos a sus adictos razones para seguir leyéndolos. Aumento lo dicho informando al paisanaje del culmen de lo que fue la aventura de imaginar y grabar un concierto para hacernos babear de envidia.

        ¿Los escucharon anoche? ¿Y vieron a dónde se llevaron a las criaturicas a grabar lo que nos ofrecieron? Pues eso: que hace algunos días, fue Juan Espejo y les dijo a los de <EL ANDARAJE>: “que vamos a ver si cuadramos agendas −labor, por lo que sé más difícil para esta gente que hacer gorgoritos− y nos ponemos a buscar un sitio con suficientes fantasmas censados como para que se sientan a gustico con lo que vosotros tenéis de repertorio”. Y <LOS DEL ANDARAJE> contestaron: “que por nosotros no va a quedar; pero que, después de 50 años de andadura, no vamos a cambiar de instrumentos, no sea que almireces, carracas, botellas y demás aparejos se nos incomoden ahora que tantísimos años llevamos juntos”.

        Superados los tiempos, no hubo dificultad en ponerse de acuerdo en las maneras de lo de echarse al monte, que dicen que es donde mejor suena la percusión casera si se la acompaña de buen hacer y buen querer. Y allí que se fueron nuestros cincuentones romanceros con nombre propio, José Nieto, Jesús Barroso, Petri Blanco, María José Cejudo, Carmen Tizón, Guillermo Barroso Torres y Guillermo Barroso Cejudo, “cargaitos” de pitos y flautas, a cantarle a las ruinas del molino del Sotillo de la Parra. Lo que no nos cuentan ellos, pero a mí me han dicho mis fantasmas, es que, cuando ya lo tenían todo montado en mitad del todo de la nada, se echó a llover, y a punto estuvo Eolo de fastidiarles y fastidiarnos el concierto, por afonía de los pitos y flautas que antes mentaba.

        Menos mal que los espíritus de los cerros se apiadaron de nosotros.

 

 

 

 

 

INIQUIDADES "LEGALES"

De urnados de 1ª nacional y desurnados de 3ª  rural

        Regreso yo de Jaén con un regusto al fondo del paladar a mitad de camino entre el dulzor del paloduz que enraíza por los sotos del río Jandulilla, la acedía adictiva de las tueras de nuestros despoblados rurales y el amargor traicionero del pepinillo del diablo con el que disparan ocurrencias algunos de los que tienen la sartén por el mango.

        Digo esto porque, cuando más embebida y embobada estaba yo con las jerigonzas del paisanaje de mis benditas gentes en la FERIA DE LOS PUEBLOS, con la trabajera que eso lleva, va el alcalde de Noalejo, siempre dispuesto a engancharse al tajo del bien hacer, Antonio Morales, y me da razón de la sinrazón de lo de suprimir en las próximas elecciones la presencia de las urnas en núcleos rurales tan dispersos y aislados como lo pueda ser LA HOYA DEL SALOBRAR, (de la que, ya de paso, informo al personal que conocer el paraje es como entrar en otra dimensión mágica que nadie debiera perderse). Porque, −dice que dicen− “…para qué van a gastarse los dineros en esos desterrados para recaudar tres votos mal contados que, a lo mejor, se escoran hacia donde no deben”.

        Lo que me contaba hace algunos días el alcalde de Noalejo, me lo remueven hoy un artículo de Manuela Rosa Jaenes, en el periódico JAÉN, y un recital de la música de toda la vida del GRUPO ANDARAJE, grabada en mitad de la nada, y encauzada por el director del mismo periódico, Juan Espejo, al grito de “agua, agua, agua...”, artículo y concierto que acaban abriéndome otra vez esta escocedura mal cerrada que es el campesinado jaenero en extinción.

        ¿Es “legal” eso de suprimir las urnas en cortijadas y pedanías a las que no se puede llegar sin riesgo a deslomarse a lomos de mula, y desde las que no se alcanza a llegar si no es echándole muchas horas de camino, emprendiendo una aventura que malamente pueden acometer los pies de nuestros viejos estilitas sin riesgo de despeñarse por una barranquera? −pregunto, por ver lo que piensa el personal−; porque una servidora, como jurista en retirada que es, y embadurnada en la irrenunciable epiqueya griega, ha aprendido que no todo lo legal es justo; y que, a la larga, solamente lo justo justifica lo legal para la gente de bien.

        Parece que, aunque no pueda creerse, la cosa de alzarle las urnas a un puñado de paisanos que conocen la trabajera de sol a sol, con fecha de caducidad vencida y casi amortizados ya, está regulada más o menos así por quienes, jovenzanos ellos, escriben las leyes desde sitiales pagados a escote entre todos. Y lo peor es que esas leyes están interpretadas a la buena de Dios por algunos leguleyos, quienes se dedican a gastarse los dineros ajenos en lo que no debieran, mientras nos regatean a quienes ponemos los dineros encima de la mesa en la medida de nuestros haberes la mejor manera de elegir a los siguientes regentes salidos de las urnas.

        Parece ser también que, con esa manera de “interpretar” las leyes, algunos mandamases han llegado a la conclusión de que “…para qué van a llevar urnas tan lejísimos, para rebañar, aquí y allá, dos o tres votos sospechosos de desafección, cuando esos paisanos de tercera bien pueden poner de su parte, montarse en sus borricos, y acercarse a donde las urnas se enseñorean con habitantes más “de primera” que los “de segunda” de los pueblos, y fatalmente etiquetados como “de tercera”, que son esas olvidadas dispersiones rurales de aldeas y cortijadas”.

        ¿Entonces?

        Pues eso: que esos “intérpretes” de la Ley siguen marcando en el lomo con yerros al rojo vivo, como si fueran rebaño de ganado de tinao propio, la distinta categoría de los ciudadanos: los de “primera”, que son los que pueden menearles la silla a algunos con solo echarse a las calles asfaltadas con una pancarta; los de “segunda regional”, a mitad de camino entre tierra de promisión y de conquista; y los fatalmente de “tercera” que, a fin de cuentas, están tan dispersos, y con las albarcas tan percudidas de tierra de mil caminos, que interpretado en clave garrula, no hay nada que temer de ellos. Y menos si se los enmudece.

        ¿Es así como se trabaja para remediar lo de la España despoblada?

        Pues miren ustedes: ¡no señor! Así es como se trabaja a contrapelo A FAVOR DE la España despoblada.

        Pero, yo que ustedes, me lo pensaría dos veces. Porque, en estas cosas de lo rural, pasa como con “el primo de Zumosol”; que todos tenemos un primo, o un abuelo, o un recuerdo, que escuecen en alguna de esas cortijadas sin caminos. Y, cuando menos se piense, podemos revirarnos a pie de urna de asfalto y votar contra quienes siguen acordándose de los de “tercera división rural” para ordeñarlos a dos manos sin pagarles la leche.

En CasaChina. En un 20 de Marzo de 2023.

Porque ya nunca habrá otro 20 de marzo de 2023, te escribo, Marzo, con mayúscula.

¿SERÁ VERDAD QUE IBERDROLA...?

(Por si alguien pudiera echarme una mano)

    Comenzaré por informarles de que  IBERDROLA es la compañía suministradora de energía eléctrica en mi casa.

             Y ahora, vamos a lo que me  tiene en un "ay".

        Hoy, a pesar de ser fiesta en Madrid, −cosa que aprovecho para reposar mis ya muchos años y mis ya escasos miedos−, acabo de recibir una llamada telefónica −una voz masculina entrecortada por micrófono  inalámbrico y con acento de la Andalucía interior− que me EXIGE que “entre” en una página web de no-sé-qué, para “actualizar” otro no-sé-qué trámite, −según el “telefoneante”, de obligado cumplimiento por decisión unilateral−, o, en caso de resistencia a su "autoridad", se me “PENALIZARÁ” con un tercer no-sé-qué por insumisa.

Cuando le digo que estos temas no los solventa una servidora por teléfono, y menos en día de fiesta de guardar, me “condena” sin remisión a las llamas del infierno: “¡está PENALIZADA!”. 

Y cuelga.

       Digo yo que lo de estar tan inapelablemente penalizada a pena tan imprecisa será por no obedecer corderilmente al "no-sé-quién" de tan amenazantes maneras como pocas luces…

Y me digo yo también: ¿Será verdad que tan jacarandoso “telefoneante”, "usante", y quiero pensar que "abusante" del nombre de una compañía como IBERDROLA, puede imponerme una pena, o coaccionarme para que me maneje con esa cosa llamada "página web", sepa o no sepa yo qué es eso?

¡SUSTOS!

Porque, si feo está lo de amenazar, mucho más feo es lo de condenar sin especificar condiciones de la condena, y sin más juicio previo que el de colgar a golpe de adminículos inguinales una llamada tan impertinente. 

      ¿Y lo de tratar de meterme el susto en el cuerpo, aprovechando que es fiesta, y que una ya no tiene el cuerpo para semejantes pejigueras?, ¿tiene o no tiene delito?

¿Es o no es para echarse a cambiar de compañía antes de que suene otra vez el teléfono? 

    ¿O a alumbrarse con candiles hasta que estos imperiosos petimetres "telefoneántes", con lenguaje de metaverso catetillo y ramplón sean reemplazados en sus empleadoras compañías por un lenguaje mínimamente cortés y manuscrito?

 

        ¿Saben ustedes algo de esto?

En CasaChina. En un 20 de Marzo de 2023

 

JodePuentes

      187/2024 Tras mis dos anteriores diatribas, bien pudiera esperarse que esta fuera la “Y III”. Pero. No lo es. Ni lo es, ni lo preten...