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domingo, 6 de octubre de 2024

LOS RECOVEROS DE ANDRÉS ORTIZ TAFUR

 

 Mi homenaje a Andrés Ortiz Tafur

174/2024

     ¿Sabes por qué pienso yo que tú escribes tan primoroso, Andrés Ortiz Tafur? Pues por algo tan simple como que lo que tu haces cuando le das al teclado no es escribir, sino irte de jaraneo a algún momento ya irrepetible de lo que llevas vivido y echarle una foto a los recuerdos con tu máquina de inmortalizar palabras con las que luego venir a ponernos los dientes largos, a enseñárnosla a quienes todavía recordamos aquellos tiempos.

    Claro que, ahora que lo pienso, tú escribes en clave de “acordarte de”, que, como bien dice Carlos Castaneda, no tiene nada que ver con lo de “re−cordar”.

     Vayamos por partes. Lo primero que quisiera yo dejar claro es quién es ese tal Carlos Castaneda, antropólogo por más señas, del que ahora −desde hace año y medio más o menos− le estoy leyendo su libro “El conocimiento silencioso”. Por lo que veo por ahí, muchos de los que entregaron su alma a “La Ciencia” lo consideran una especie de cantamañanas, aspirante a sacar número en la fila de los condenados a la hoguera de las vanidades, encendida y alimentada por quienes saben tantísimo que no les queda tiempo para dejar de pensar y darse a sí mismos la oportunidad de comenzar a sentir.

La que avisa no es traidora. Dicho queda: Leer a Carlos Castaneda queda para otros cantamañanas de segunda categoría, como yo misma, que leemos desde el “a-cordarnos” de lo vivido, con ese prefijo “a”,  que nos indica la carencia o privación de algo que a lo mejor encontramos leyendo a los locos, en lugar de “re-cordarnos”, con su prefijo “re”, del que se dice que induce a la 'resistencia' o 'negación' de cualquier cosa que no sea el catón modificable de los pobres cuerdos.

     Por decirlo con palabras del tal Carlos Castaneda, copio, tal cual, lo que él dice en la Página 159 del libro mentado:

“…acordarse no es lo mismo que recordar… Recordar es cuestión del pensamiento cotidiano… Acordarse…[es hacer] …la recapitulación de sus vidas. De simplemente pensar en… [los acontecimientos] pasan a estar en los eventos mismos”.

Pues eso, Andrés Ortiz Tafur, que eso es lo que tú logras con cada letra que escribes: en lugar de hacer que re−cordemos de lo vivido para negarlo de inmediato y re−negar de todo aquel pasado sin vuelta atrás, hasta el esperpento de ir y ponerle una denuncia al vecino por tener un gallo canoro, lo que tú haces −repito− es llevarnos de la mano a a−cordarnos en carne viva de aquellos olores, sabores y ecos de lo que todavía llevamos dentro como tesoros eternos.

Hoy ha sido la palabra “recovero” la que me ha puesto un nudo en el pescuezo, la que me ha trasladado a una escena que tenía arrumbada en la cámara de la niñez:

Me he visto a mí misma, vestida de apenas siete años, escuchando a lo lejos la voz inconfundible de nuestro recovero ambulante en mitad de la sagrada sordina tan llena de murmullos que entonces había en el pueblo.

¡Trapeeerooooo…!

A continuación, me he a−cordado de mí-misma, buscando la suela de una alpargata vieja en la cámara de mi casa de la calle Méndez Núñez, 7 de Jódar para bajar en dos zancadas hasta la esquina de la calle a esperar al trapero, y cambiarle mi alpargata por un palo de aquel paloduz, de hechuras marrones y alma amarilla con la que el mago-trapero nos endulza todavía el re-cuerdo.

Según he leído tu palabreja −recovero− me he a-cordado de aquel brujo ambulante, con la suela de mi alpargata en la mano, calibrando el valor del caucho en unos tiempos en que se recauchutaba hasta el alma. Le he visto los ojos de buhonero avezado echándole cuentas a mis hambres de paloduz hasta que, con la misma mano de calibrar alpargatas, sacaba palos de paloduz del atarre del manojo donde los llevaba. Y he paladeado y ensalivado el gustillo algo leñoso de aquel día, en el que la suela de mi alpargata vieja se revalorizó y recibí dos, en lugar de uno.

¡Dos dulces palos de casi un palmo

en lugar de uno!

Cómo no habrá sido ese a−cordarme que hasta he tenido que deglutir un omeprazol para aliviarme de la rescoldera que me han provocado los re−cuerdos a punto de digerir.

¿Te das cuenta, Andrés Ortiz Tafur, de lo fácil que te resulta a ti hacer magia con las palabras cuando otras nos vemos y nos deseamos para meter en vereda a las nuestras?

Pues eso… ¡Gracias!

 

En CasaChina. En un 6 de Octubre de 2024

jueves, 3 de octubre de 2024

MANANTIAL DE LA OLEOSFERA - Soneto para el regreso

 

Porque recibir de manera oficial y de mano de mis paisanos este galardón, EL PREMIO INTERNACIONAL DE POESÍA "DIARIO JAÉN", a estas alturas de mi vida, se convierte en coyuntura para el regreso a la tierra del pan-y-aceite, y en oportunidad para el abrazo, cuento los días que quedan para estar donde debo estar gracias a ellos: en Jaén, donde no resido, pero donde habita lo mejor de mi alargada memoria.

 

12/2024

 Un abismal crepúsculo me escombra

este afán de volver a los olivos.

Guardo versos penados y cautivos

rehenes del verdor que más me asombra.

 

Saturada de sol, busco la sombra

de la palabra escrita. Y compasivos

se entregan a mi paso los altivos

árboles de Jaén, cual mansa alfombra.

 

Peregrina de algún tiempo insepulto

sacio en el manantial de la oleosfera

mi sed por guarecerme en su tumulto.

 

Y pido de la vida un nuevo indulto

para el ir y venir de esta andurriera

que espera cultivarse entre lo inculto.

 

En CasaChina. En un 31 de Marzo de 2024

miércoles, 2 de octubre de 2024

JOSÉ GERARDO VARGAS VEGA: otro grande

 

(Pigmalioneando)

172/2024

 

Hay grandes que, para poder ver mejor, cierran los ojos y miran desde dentro.

Eran las siete (no demasiado en punto) de la tarde de ayer, un 1 de octubre otoñal y madrileño, y allí estábamos, “los cabales” −que diría un flamenco de la vieja escuela− con los ojos merodeando entre libros parlantes y trofeos bien calculados, y con el estómago tratando de digerir ese algo impreciso y prodigioso que ya percibí en el lugar, la primera vez que acudí a él en pleno mes de agosto, en busca de “El señor Ohsi”, el último libro de Marisol Esteban, al que había que presentar en Roa, ¡Oh, sí!, para que los conciudadanos de Marisol pudieran regodearse con las aventuras y desventuras de la recién nacida criatura de papel de su paisana.

El otoño de Madrid tiene esas cosas: que, a una, con esa tibieza tan llena de incertidumbres de colores ocres con que se envuelven sus tardes, le entra una cierta flojera a la hora de meterse en el interior de un local, pudiendo estar en la calle. Sobre todo, en una calle como la que da acceso al lugar a donde iba. Hablo de la incomparable Bravo Murillo, con tanto sabor al Madrid que yo conocí cuando…

Lo que pasa es que ese local de la calle Huesca número 7 tiene un algo tan recóndito, como inquietante, que abduce como un émbolo; −los invito a comprobarlo−; algo enigmático que no renuncio a poder definir algún día de estos, y que empuja a entrar a pesar del otoño.

Ya dentro, una expectación impoluta en tonos blancos nos invitó a tomar asiento frente a la mesa de presentadores desde la que una Ángela Reyes, de eterna sonrisa, nos recordaba que Madrid es un enjambre de palabras por atrapar por quienes saben y pueden hacerlo.

Entonces la gran mano de labriego fecundo que es la de Basilio se encaramó al atril y tapo su propio nombre colgante sobre el precipicio de los asistentes mientras dirigía la mirada hacia el verdadero héroe de la tarde: José Gerardo Vargas Vega, quien nos convocaba ayer en la nueva sede de Sial Pigmalión para presentar en sociedad a su nueva criatura: la novela “Lluvia de otro tiempo”. 

Entonces, José Gerardo cerró los ojos y nos miró a todos desde su propia grandeza interior.

Hoy añado un nuevo enlace a mi blog, el de José Gerardo: https://laprosadejosegerarvargasvega.blogspot.com/

Qué bien lo resumió Emilio Porta: José Gerardo tiene esas dos agarraderas imprescindibles a todo escritor: el don y el oficio. Y Basilio nos lo descubrió en carne viva.

No pude por menos que volver a pensarlo: cuando una persona se percibe a sí misma escasa y pequeña, esquiva alabar a cualquiera de los que la rodean por si en la alabanza va implícita la comparación, y en la comparación piensa que sale perdiendo. Por el contrario, se nota cuando una persona comienza a crecer −que no precisamente hablo de su talla, sino de su talle emocional− porque a menudo guardan largos silencios.

A las personas grandes se las reconoce de inmediato porque, cuando salen de sus silencios, no dejan pasar ocasión en la que reconocer públicamente a los demás por cualquier cosa. Por lo que sea o no sea. Porque, en su propia grandeza, han dejado de competir. Pero, sobre todo, porque se les nota que han perdido el miedo a ser superados.

Ayer tarde recordé una vieja frase de alguien a quien no quiero olvidar: La grandeza reconocible no está a la cabecera de la mesa, sino allí donde se sientan los grandes.

 

En CasaChina. En un 2 de Octubre de 2024

martes, 1 de octubre de 2024

MUJER QUE NO ES POCO

 

 

171/2024

Vaya por delante que ni puedo ni quiero ser imparcial con Julio Millán Medina, por una sinrazón tan sencilla como que es mi paisano por haber nacido en Bedmar, mi amigo porque lo es, y un poco mi punto débil como persona de las de verdad. Por hombre bueno donde los haya. Así que, puesta a no ser imparcial por decisión y querencia propias, dejo dicho que voy a darle la razón porque sí. Y, además, porque tiene razón en eso que dice él hoy en la página 10 del Diario JAÉN sobre la manera que tenemos de zarandear a las Vírgenes semejantes a las que se tienen de zarandear a la mujeres por el simple hecho de serlo. Sobre todo, me ha gustado lo de …y la hacemos “Alcaldesa Perpetua” con bastón de mando…¿Pero le hemos preguntado a la Virgen si ella se siente a gusto con esos reconocimientos o más bien quiere que la dejemos en lo que fue: Madre?

¡Muy bien dicho, sí señor, don Julio.

Pero, aquí, entre nosotros, y sin restar un ápice a mi cariño y admiración por ti. ¿Por qué, al hilo de tu propia propuesta, no le damos una vueltecilla al siguiente párrafo de tu homilía periodiquera? Me refiero a cuando dices eso de que …más bien quiere [la Virgen] que la dejemos en lo que fue: la Madre… La Virgen es feliz siendo Madre…

Siguiendo tu propia línea de pensamiento, digo yo:¿Pero le hemos preguntado a la Virgen si ella se siente a gusto…siendo madre? ¿Alguien se lo ha preguntado?

Ya sé, ya sé que hablo por la herida abierta de quien no es “madre” siendo mujer, y, sobre todo, no haberlo sido en aquellos tiempos en los que en nuestro carné de identidad se ponía aquello de “profesión-sus-labores”, y que nuestra labor esencial, una vez cumplida la función del Libro Verde de la Sección Femenina de ser “descanso-del-guerrero” era la de parir. Pero eso no quita para que…

Pues eso, Julio, que estoy yo dándole vueltas a lo que diría la Virgen si alguien le preguntara, como tú dices con tanto talento, por lo de ser Madre en lugar de ser algo tan grande como ser Mujer.

En CasaChina. En un 1 de Octubre de 2024

HABITANTES DEL PÁRAMO CON TOGA Y BIRRETE

    (Actos y Eventos) Honor que mi tierra me hace...  ¡Cómo no amar a mi tierra!