(RepliCuentos)
Réplica al cuento de Juan Revelo Revelo
EL FANTASMA DEL PARQUE
204/2024
Dicen sin mucho
fundamento que desaparecieron de la ciudad como habían aparecido: sin que nadie
lo notara.
Salvo el árbol. Aquel
árbol a cuyos pies se diría que nadie hubiera segado la maleza durante largos
años, y en cuya corteza seguía endureciéndose y degradándose el grabado de los
nombres de sus abuelos junto a un corazón atravesado por un dardo.
Meses antes el último superviviente
que llegó a conocer en todo su esplendor el Hotel Alférez Real, tras un
nostálgico paseo vespertino en el que tuvo un encuentro con su memoria, había
escrito algo sobre la extraña muerte de su abuela en 1956, arrastrada por las
aguas crecidas del río Cali, tras precipitarse al vacío desde el Puente Ortiz,
sin aclarar si fue un accidente o algo distinto. En eso que escribió apuntaba la
posibilidad de que el fantasma del que tanto se habló a raíz de la muerte violenta
del jefe de vigilantes del Hotel Alférez Real de Cali fuera el del pobre
empleado del hotel, asesinado, según se especuló, por un marido celoso; o, acaso
el de su abuela, muerta de forma tan sin explicar.
Parece que poco después
de haber escrito acerca de tactos imperceptibles sobre su hombro, de susurros
ininteligibles y de presencias fantasmagóricas en el Parque, se recibió una
citación, firmada por el juez del distrito, demasiado joven para entender, recién
incorporado a su puesto, y dispuesto a aclarar de una vez por todas la
identidad del fantasma.
Pero la dirección
reseñada en la citación ya no existía, a pesar de lo cual llegó a su
destinatario.
La citación iba a
nombre del escritor, y le conminaba a presentarse en el Juzgado “con cuantos
elementos probatorios obren en su poder o tenga a su disposición sobre la
identidad de la voz que dijo que le había susurrado al oído no sé sabe qué, que
igualmente deberá aclarar”.
Había también una
última frase que el escritor interpretó como una velada amenaza: “…bajo riesgo
de incurrir en delito de desacato si no se presentara”.
Nadie sabe decir con
certeza por qué no se presentó.
Cuando el alguacil fue
en su busca con los grilletes dispuestos, no encontraron a alguien que pudiera
dar razón de él; también él había desaparecido de la ciudad como había
aparecido: sin que nadie lo notara. Salvo el árbol, a cuyo pie, y oculta por la
broza, removida esa misma mañana después de tantos años por si se encontraba
allí escondido, hallaron una minúscula lápida de piedra, herida con lo que
parecían ser dos nombres ya en desuso, y un epitafio desgastado por el tiempo.
El árbol, siempre
dispuesto a cobijar con su sombra de siglos a vivos y muertos sin descubrir su
presencia, sí que se prestó a declarar voluntariamente:
−¿Qué puede contarnos
usted de las presencias invisibles?
−Señoría: ya sabe cómo
son los escritores.
−¿Cómo son?
−Muy, muy poderosos,
señoría. Parecen inofensivos, pero se valen de armas que, cuando ellos así lo
deciden, pueden resultar letales.
−¿Y usan esas armas con
licencia o sin licencia?
−Yo diría, señor Juez,
que ese detalle se les ha escapado a quienes tienen el poder de prever cuáles
sean las armas que necesitan licencia.
−¿De qué armas me está
hablando usted? Le conmino a que sea más… más concreto.
−Me refiero, señoría a la
palabra.
−¿Qué trata de decirme?
−Trato de hacerle
comprender que todo lo que escribió el aliento del parque estaba previsto para
que a usted le ultimara aquel infarto inducido por lo terrorífico de sus
palabras; tan reveladoras para usted sobre sus propios antepasados… y gracias a
las cuales está usted ahora entre nosotros.
−¿Nosotros? ¿Se refiere
a los fantasmas…?
−En este parque, a
estas horas, no hay más fantasmas que el suyo. Claro que, si usted lo desea, según
vaya declinando el día, le puedo ir presentando algunas sombras rezagadas…”.
−¿Y el fantasma del hotel?
¿Qué me dice del hotel?
−Ah, el hotel… Esa es
otra historia…
En CasaChina. En
un 29 de Noviembre de 2024
LO QUE ESCRIBIÓ JUAN
FIORELLA, HOTEL ALFÉREZ REAL Y FILCALI 2024
En la presentación del libro de
cuentos "FIORELLA" en la Feria Internacional de Cali, tuvimos un
agradable conversatorio con el escritor Oscar Seidel frente a un numeroso
público que nos acompañó a pesar del calor que apretó la tarde.
Uno de los cuentos breves que
leímos fue el titulado "El fantasma del parque" que se desarrolla en
el Boulevard del Río, en el lugar exacto donde estuvo el famoso Hotel Alférez
Real de Cali, demolido en los años setenta cuando no existían leyes de
protección del patrimonio histórico:
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EL FANTASMA DEL PARQUE
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Mi abuelo nos contaba, a mis
hermanos y a mí, que una noche de 1956, el jefe de vigilantes del Hotel Alférez
Real de Cali fue apuñalado en la puerta principal. El homicida resultó ser un
marido celoso que sospechaba que su mujer le era infiel con el mencionado jefe
de vigilantes.
“Desde entonces –decía mi abuelo–, su espíritu
deambuló por pasillos y salones del hermoso hotel hasta que éste fue demolido
por orden de alguien que tomó esa deplorable decisión”.
.
Años después, en ese terreno situado frente al río
Cali y diagonal al Puente Ortiz, construyeron un parque adornado con esculturas
de poetas famosos, y todo el mundo olvidó el crimen y la leyenda del fantasma
del jefe de vigilantes del hotel. Sólo hasta comenzar el nuevo siglo, algunos
transeúntes trasnochadores empezaron a ver, cerca de las esculturas de los
poetas, una presencia extraña, como una sombra que se acerca a ellos y les
susurra frases ininteligibles. Empujado por la curiosidad, anoche fui a ese
parque y me llevé un gran susto al sentir que me tocaban el hombro derecho y me
susurraban algo al oído. Con temor giré mi cuerpo para ver quién estaba allí, y
no vi a nadie
.
Ahora no sé si la presencia que percibí anoche fue la
del fantasma del vigilante asesinado, o el de alguno de los poetas del parque,
o tal vez, fue el fantasma de quien ordenó la demolición de ese entrañable
hotel donde mi abuelo pasó su luna de miel con mi abuela María Teresa.
.
Acabo de recordar que el mismo año que demolieron el
hotel Alférez Real, mi abuela murió ahogada en el río Cali. Dicen que cayó
desde el Puente Ortiz y que la corriente del río, que ese día estaba crecido,
la arrastró varias cuadras, río abajo. Ahora que pienso en esto, me nace una
nueva duda: ¿Será que el fantasma del parque es el de ella?
Juan Revelo Revelo.
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