VA DE...Batiburrillo literario

domingo, 30 de abril de 2023

DE MONOS, TERRALES Y MONERÍAS

 


JAENEANDO

Si, estando donde estoy, −en la Feria del Libro de Bogotá− ha llegado hasta mí el DIARIO JAÉN de hoy domingo, bien pudiera ser que cualquiera de vosotros se acerque al quiosco más próximo y lo adquiera en papel. Allí, en la página 3, como otras veces, me encontrareis.

 

 

 

 

Que conste que no lo digo yo. Que lo dijo la Agencia EFE, y que yo lo copio tal cual, sin añadir ni una coma (aunque falte): “La diputada del grupo Mixto-Adelante Andalucía Maribel Mora ha depositado en el escaño del presidente andaluz, Juanma Moreno, un vaso de arena seca”.

La cosa no hubiera pasado a mayores si “SusSeñorías”, “SusSeñoríos”, y viceversa, en un alarde de concienzuda identificación con el reino animal en general, y con sus moradores plumíferos en este lance concreto, no hubieran convertido nuestro (y nunca mejor usado ese posesivo “nuestro”) parlamento andaluz en un gallinero sin zotal, donde el común hablar de los mortales, que debiera ser la “lengua vehicular” de lo de ponerse de chupa de dómine, devino en un guirigay de quiquiriquises, más propios de la antigua casa de fieras del Buen Retiro madrileño que de un lugar tan aparente como aquella cámara del histórico y desmentido “non plus ultra”, tantas veces remedado por el grito trilero del “no-va-más”.

¡No señor! ¡No va más! No nos cabe más tormento en los cuerpos. A pesar de lo cual, y echando mano de esa querencia que tengo yo de ser y definirme como “escuchadora activa”, que muchos confunden con el famoso “churreteo” de mi tierra, he resuelto analizar el asunto, procurando desechar querencias o displicencias apriorísticas que acaben por empañarme el conocimiento.

“Si usted lo que quiere es llamar la atención, comprese un mono”, le escuché decir a un excelentísimo, −en adelante, “SuSeñorío” para no incurrir en vicio genérico−, en plena exuberancia de congestión parlamentaria él. Lo cual que, como una servidora tiene esta propensión a echar los pies por alto en cuanto le alzan la voz a una colegui como la tal diputada, −en adelante “SuSeñoría” por idem de lo de antes−, y más en estos tiempos en los que enseñar las bragas tiene semejante licencia que la de marcar bragueta, aunque sea con relleno, fui y me puse a echarle cuentas a lo que habría querido decir el fungoso cameral con semejante bufido.

Por si un porsiacaso sistémico y ecologista, lo primero que hice fue apuntarme a lápiz la necesidad de alertar a los monos sobre el provecho de agenciarse una buena asesoría jurídica por si semejante alusión le metía el dedo en un ojo a la flamante ley de derechos de los animales, por muy animales que sean.

En ello estaba cuando se me representó la posibilidad de que las intenciones de tan ocurrente y desaforada criatura respondieran a los tiempos litúrgicos en los que estábamos, y lo único que pretendiera el “SuSeñorío” fuese tener el detalle de obsequiar a la “SuSeñoría” un huevo de pascua recién horneado, o alguna otra monada que nada tuviera que ver con mis malos pensamientos. Pero, hecha como estoy a sospechar fechorías de cualquiera que ocupe escaño por aquello de que el poder institucionalizado percude el poder de decisión privado hasta a los más suyos, deseché de inmediato las buenas intenciones del presunto animalista en la puesta en escena de semejante monería.

Claro que, aunque no tenga justificación lo de entrar al toro con tan añeja descompostura, entre otras razones por ser la cosa más propia de coso que de casa del pueblo, lo justo sería analizar si la “SuSeñoría” no habría empuñado rejones navajeros allí donde la única arma permitida es la palabra.

Mi siguiente corazonada −por no llamarlo tibieza− vino en forma de frasecilla hecha: seguro −me dije− que la terriginosa “SuSeñoría”, a falta de mayor glosario y mejor arenga, lo que ha pretendido es, como dice el refrán, poner tierra por en medio entre sus querencias y las del ausente, (léase el omiso Presidente del Parlamento), usando de la premeditación suficiente como para llevarse el talego de tierra previamente dispuesto a tan traidor espurreo y con la alevosía de ir a echarla allí donde no estaba el amo del castillo para poder defenderlo en condiciones.

Mi cierre no puede ser otro, guste o no guste: ni el uno ni la otra. Ni “SuSeñorío”, ni “SuSeñoría”. Ni tanta monería ni tanto terral. ¿Estamos, prendas?

viernes, 21 de abril de 2023

CRIATURAS DE BOTERO (Todo América)

(Todo América)

24/2023

Era su piel de bronce un afluente de luz pulimentada.

Un torrente metálico y pacífico

desembocando, oscuro, en hondonadas

de lúbrico deseo displicente gris-urbano.

 

Eso fue en Medellín.

 

Eran sus abundancias metafóricas de tez antropomorfa

como una excitación sin regocijo,

como una invitación a la inocencia velando lo escabroso

con alas de paloma.

 


Luego fue en Cartagena

de Indias.

 

Gertrudis:

quizás un inorgánico deseo apenas cincelado

por urgencias de dedos zahoríes

que creaban mujeres de la nada.

(Y hombres de miradas pedernales al fondo de una fragua).

 

Núbil incitación,

turgente y azuzada la piel trémula,

satinada,

saturada de oscuras intemperies.

Sobre un lecho de piedra al aire libre

yace

intacta de tersura,

en una plazoleta desflora con nombre venerado,

y exhibe sin pudores ni lisonjas

toda la exuberancia femenina de inerte seducción

venciendo y enviciando las aristas

de una torre oblicua e imposible,

y es

como una esclavitud acarreada aún sin flagelar

por sórdidas miserias de negreros.

 

En CasaChina. En un 21 de Abril de 2023

 

Porque ya nunca habrá otro 21 de Abril de 2023, te escribo, Abril, con mayúscula

miércoles, 12 de abril de 2023

VIAJE DE IDA Y VUELTA CON PENÉLOPE

 

 22/2023

La radio se ha quedado muy viejuna

−pienso−

con esa cancioncilla de Serrat, que descarrila

igual que una distancia sin barrera.

 

Mientras tanto,

estaba yo pensando esta mañana

(algo así debe ser lo de estar viva)

que aquella vez

en la que me pusieron calcetines de hilo de perlé

se me quedó olvidada sobre un banco

de la estación de tren que fue la adolescencia

recién almidonada

en medio del recuerdo de un muchacho

de pantalones largos domingueros.

 

Hecha a ir de bureo a cualquier trance,

he ido a la taquilla

(¿por qué no?)

dispuesta a un viaje de regreso.

Pero el viejo factor de la estación,

entumecido, y un poco desconchado

en la placa colgada de un recuerdo de la sala de espera

me ha dicho: no hay billetes.

 

La herrumbre en los raíles oxidados

pesa ya mucho más que el desaliento.

 

Y aquí me tienen hoy, como a Penélope.

 

En CasaChina. En un 12 de Abril de 2023

 

Porque ya nunca habrá otro 12 de Abril de 2023, te escribo, Abril, con mayúscula.

martes, 11 de abril de 2023

ESPACIO LIBRE DE JUICIOS Y DE JUECES (...de secano)

 

(¿Malos humos?)

A FRAN MIRANDA. Que, con cuatro palabras de nada, me ha alegrado el día.

 

Algo así como ofrecerle a un ahumado un espacio libre de humos. Esa es la imagen que se me ha venido a la mente mientras leía tus líneas, Fran, esas que nos ofrece hoy el DIARIO JAÉN de andar por casa.

Quisiera dejar claro que este Fran Miranda, del que solo conozco esa imagen con la que se asoma a la ventanilla de la foto de su columna periodística, me ha alegrado el día nada más arrancar la lectura:

Cuando alguien no te juzga y te acepta tal y como eres, sientes que estás como en casa.

¿Se puede decir algo más lúcido?

Claro que eso de “estar como en casa” no es lo mismo que lo de “andar por casa”. ¿O sí…?

Veamos:

¡Estar como en casa! ¡Hummm!

Una se imagina de repente al “colegui” en plan juez-de-vacaciones, con barba de fin de semana, y en gayumbos, −que aquí, entre nosotros, es el atavío menos apropiado para ponerse puñeteramente “estupendo”−, echándose a juzgarme con sus propios códigos, como quien se echa el fusil a la cara dispuesto a disparar (con “erre” de herrado) un disparate (sin “erre” de errado), al que una servidora, en fuego cruzado de “alpargatas de andar por casa”, responda un “anda-que-tú” de tiro en la nuca. Y la guerra de “yoes” y “tues” esta servida en la intimidad de un andar por casa especialmente hecho para jueces de secano.

Vaya, que lo de “estar como en casa” no siempre resulta la mejor elección. Pero las hay peores, como tú, Fran, sugieres con tanta habilidad, aunque esas no sean elecciones propias. Como, por ejemplo, la de sentarse en el banquillo del gritón “usted-se-calla-y-habla-cuando-yo-le-diga”, y, ya en función “señalado-por-el-dedo-de-la-Ley”, no le queda otra que morderse la dignidad y la afrenta como mejor se pueda, amagar la cabeza, cerrar los ojos para no ver los vaqueros deshilachados que le asoman al “OrlandoFurioso” por debajo de la toga o del hábito, y acabar imaginándoselo en gayumbos, como un cualquiera sin puñetas a quien lo de “estar como en casa” se la refanfinfla y solo le vale para dejarse barba de dos días y los dientes sin cepillar.

Pero, volviendo al articulista, me quedo con ese cierre divino en el que nos advierte:

“La sociedad impone un modelo difícil de romper, pero no imposible. La vida y la felicidad serány perdona, Fran, por añadir y enfatizar esa puñetera “n” final− de los que se atrevan a resquebrajarlo para que, de entre sus grietas, salga la luz, libre de juicios y de jueces”.

Pues eso, querido Fran, que gracias por tan esperanzadora sugerencia. Vamos a romper moldes. Vamos a echarnos todos a resquebrajar modelos de dedo de señalar, aunque solo sea porque, cada vez que apuntamos a alguien con un dedo acusador, hay tres dedos cerrados que nos están apuntando a nosotros como vigas en ojo propio, y vamos a escarbar en nuestras propias grietas, a ver lo que encontramos sin que se nos salten las lágrimas.

Lo cual que eso que sugieres me recuerda a aquellas flores de amargón nacidas entre las grietas del asfalto de la pandemia y que le dieron nombre a mi poemario <FLORES QUE DABAN GRITOS>, y título a uno de sus poemas que he decidido dedicarte, en compensación por el “espacio-sin-malos-humos” que nos ofreces hoy:

En CasaChina. En un 11 de Abril de 2023

FLORES QUE DABAN GRITOS

48/2021

De cuando la pandemia

Nadie las escuchaba.

(Todavía)

Cuando afloraron

al urbano estupor de su nacencia

había mucho ruido de tráfico rodado.

(Y ruedas de molino

con las que comulgábamos ingenuos

antes de apostatar y descreernos

de tanta enormidad enmudecida).

Pero estaban allí.

Estaban.

Eran

breves consternaciones amarillas

gritando de pavor,

brotando en una grieta de ese asfalto

que le pone crespones circulares

a la plaza de toros de Las Ventas.

Eran −según dijeron−

descendientes legitimas

de un pendenciero diente de león del Buen Retiro

(el patio de recreo madrileño)

que voló sus cometas de pelusas

el verano anterior a la pandemia.

Era marzo.

O, por mejor fijar el día preciso,

era un trece de marzo

sin banda de clarines y timbales que advirtieran

la hora de la muerte,

la vuelta de la vida a los chiqueros.

 

Sólo algunos tambores destemplados

ronqueaban las calles sin sereno

sofocando rumores florecidos.

 

Y nadie imaginaba todavía

que apenas unos días

más tarde

se escucharía el grito de las flores

lidiándole al escándalo urbanita.

un turbador silencio urbanizado.

 

En CasaChina.  En un 24 de Mayo de 2021

 

domingo, 9 de abril de 2023

YO SOY

 

(O del ahínco de ser, aunque no haya con quién)

39/2023

    Estaba una servidora ayer mañana como distraída, escuchando la radio, −por aquello de que en semejante tarea solo hay que aplicar el oído, dejando a los ojos libres de servicio para lo que se les antoje−, cuando se escucha la frasecilla de marras atribuida al tal Toronjo:

    "Todo el que dice, 'yo soy', es porque no tiene a nadie que le diga: ¡tú eres!" "Mantenerse. Lo difícil es mantenerse”.

    La cosa da que pensar. El “Yo-soy” es una cantinela −locución verbal que dirían los finolis− tan propia de los que nos dedicamos a lo de juntar letras que, por mucho que irrite al principio, acaba por causar la misma ternura que lo que algún maestro del husmeo dejó dicho sobre lo de leer El Quijote: “Primero se recibió con una carcajada; luego, con una sonrisa. Finalmente, con una lágrima”.

“Yo soy…”, “yo he escrito…”, “yo he ganado el premio…”, “yo soy la pluma más vendida…”, “yo…, yo…, yo…”. “Yo…, yo…, yo…”.

    Yo pienso que va a tener razón el Toronjo: cuando los juntaletras nos encastillamos en el “YO SOY”, suele ser, o porque somos tan jóvenes que el “tú” nos rebosa y no le echamos cuentas, o porque comenzamos a ser tan viejos que nos vamos quedando sin arrimos que nos digan “TÚ ERES” sin hacer amago de echarse la mano a su propio “YO SOY” de estraperlo recién garrapateado en una cuartilla y guardado en el bolsillo interior. (Por cierto, recuérdenme que otro día les cuente la historia del estraperlo).

        Yo, como tantos otros colegas de folio en blanco, lo intento con todas mis fuerzas, y reniego, −bien es cierto que sin mucho éxito−, del “YO-SOY”, como de la mismísima peste, por aquello de ahorrarme lo de la carcajada/ sonrisa/ lágrima. Pero una y otra vez me sorprendo con el dichoso “YO-SOY” de las narices saliendo de debajo de las idem como vapor de olla exprés pasada de hora.

    Entonces, puesta en jarras delante del espejo de reírme de mí sombra, me compunjo (¡toma palabro tan “yo”!), y me fustigo sin piedad con un imaginario chicote de trasnochado cauchero congolés, hasta que caigo en la cuenta de que el reniego del Toronjo pudiera ocultar más sabiduría de lo que pareciera a primera vista, y tener en sus dobleces un doble sentido digno de ser meneado con tiento: si repito tanto el literaturiero y cansoso latiguillo del “YO-SOY”, será porque no me van quedando tantos que me digan un “TÚ-ERES” en condiciones que me invite a seguir por estos pagos.

    Lo cual que eso me lleva a husmear con urgencia de buscadora de oro aquella vieja canción de Mercedes Sosa: “SOY PAN, SOY PAZ, SOY MÁS”, con la que aprendí de la maestra Cristina Carrero a arrancar algunas veces las sesiones de Mediación para legitimar y reforzar la confianza de nuestro alumnado en su propia esencia desde la mismidad.

    Y, como toda reafirmación propia reclama un rito de refuerzo, me pongo a pensar en la mejor manera de reafirmarme YO-MISMA como ser existente y longevo, sin necesidad de tener que darle la tabarra a los “YOSES y TUSES” de mi entorno.

    ¡Ya lo tengo! −le digo con infinita paciencia a la “YO” que me habita, me contempla y se me sale por los ojos desde el espejo del cuarto de baño: Vete a tu blog, mira en el ángulo superior izquierdo, y pincha donde dice “seguir”.

    ¡Lo he hecho!

    Ya SOY mi propia seguidora. Y quien me lee con más parsimonia, curiosidad y… benevolencia.

    ¿Que no se lo creen?

    Pues, pónganse en marcha y sigan las señales: pinchen en la imagen que ilustra este mensaje; entren en mi blog −el que lleva ese revelador y “advirtiente” nombre de “VA DE…BATIBURRILLO LITERARIO”− https://soco-marmol.blogspot.com/ −. Busquen en el ángulo superior izquierdo el letrero que dice “seguir”; pinchen en ese perentorio y desatendido “seguir” mientras comprueban de reojo que allí, entre los más bien escasos seguidores que puedan decirme “TÚ-ERES”, me encuentro YO.

    Después, si a bien lo tienen, mándenme un misericordioso “TÚ-ERES” que me exima de esta necesidad sin fronteras de decir y repetir “YO-SOY” para asegurarme que SIGO-SIENDO.

        Y luego, como en lo de la tarea de crear el mundo, descansen. Que hasta el mismísimo Dios se tomó un descanso después de meterse en lo de fabricar TUSES.

¡Manténganse!

        Como YO-MISMA trato de mantenerme.

    (A que va a ser verdad que, como dice el Toronjo, “…lo difícil es mantenerse…”).

En CasaChina. En un 9 de Abril de 2023


ACEITUNAS −QUE NO “OLIVAS”− DE CORNACHUELO

   (Periodiqueando) 160/2024         ¡Pero qué listísimos son esos del Diario Jaén! Mira que lo que maquinan hoy en la página 4…: ¡que ...