41/2017
Privilegio de poetas
es el poder besar con las palabras.
EL BESO
(Poemario de sombras)
Era largo el camino.
Y sin embargo
era más que un
anhelo. Una impaciencia.
Inicié mi cálida andadura
allí
donde el arrojo hace frontera
con la suave llanura
de tu frente
surcada por el tiempo
de la prórroga
(era entonces
temprano)
deteniéndome apenas
en la inquietud canora
de tus sienes.
Transité la inocencia
del latido,
codicié entre los
pliegues de tus cejas
huidas, resistencias
y regresos.
Mantuve en la ranura
de tus párpados
un tímido equilibrio
una avidez fatal de subsistencia
antes de naufragar en
tu mirada.
Bajé por tus mejillas
con mis labios
descalzos a esas
horas,
desnudos a esas
horas,
lascivos como un niño
sin doctrina.
Suspiré en tu
suspiro,
fui sangre entre las
gotas de tu sangre
dilatando el rumor de
tu garganta.
Fuimos más tú.
Más yo.
Menos nosotros.
Y anhelante
venteé una señal
tanteé…me detuve…
avizoré el ardor de
la algarada,
me humedecí en tu sed
ahora tan mía,
me bebí de tus
lágrimas
brotadas del oasis del
deseo
la luz, el pan, la
sal y la ternura.
Dejé que la erupción
de tus palabras
pidiera como un pobre
ante la puerta
del templo de lo
eterno,
que clamara
ávida por la carga y
por la tregua
y por el resurgir de
la incursión,
y por la rendición
sin condiciones.
Y al fin, por una
nueva acometida.
Y luego el armisticio
después de saquearnos
las palabras.
Y el beso
allí donde los labios
son limítrofes
con la fecunda tierra
prometida.
En “CasaChina”. En
un 13 de Septiembre de 2017