Nos gustaría poder salir solas al bosque sin tener que ser rescatadas
del vientre del lobo por la escopeta de ningún cazador, ni ser
sustituidas por piedras en su estómago para que el lobo durmiente no
advierta nuestra ausencia durante el sueño. Por eso este poema.
66/2018
(En
memoria de la última Laura)
Hoy. 19 de Diciembre
de este año:
“Sesión Parlamentaria
monográfica”.
Ahí siguen,
escupiéndose.
Echándose a la cara
con inclemencia bífida
y astuta,
los gramos de “prisión
permanente revisable”
que cada uno arrimó,
sustrajo o contradijo
al engañoso fiel de la
balanza
del Código Penal de
última hora.
Guardaron -eso sí-
casi al inicio
del tedio a toda prisa
un nervioso minuto de
silencio
en recuerdo
-"¿…por quién dices? Por Laura"-,
antes de que su nombre
fuera olvido.
Luego, sesudos en su escaño,
afilaban con celo
mineral
el borde desdentado de
la injuria,
desdoblaban lo más
rancio del tiempo
pasado, recóndito
(implacable)
en prehistóricas actas
de sesiones
para afrentar con saña
al adversario
con “tú has dicho”,
“yo dije”, “no me digas…”.
Y ahí siguen:
tupiéndose
igual que una berrea
atemporal,
cual venados en celo,
montaraces,
clamando por la hembra
de la gloria
con sed de inextinción
parlamentaria.
(Al fondo un lobo aúlla debajo de un
bostezo de cordero).
*
Mientras tanto
el presunto asesino
reincidente
se derrota.
La intimidad de Laura
se despieza
encima de la losa.
Los que amaban a Laura
se diluyen
en llantos de
impotencia.
Y la estirpe de todas
las mujeres
(de las “Lauras” sin
nombre que aún siguen con vida)
se arrebujan de miedo
vilmente silenciado
por el ruido soberbio
que enaltece
a los padres de la
Patria.
Ahí siguen: mirando
sus relojes con descaro
(“me espera la
familia”).
Luego se brindará (¡Felices Fiestas!)
después de prohibir
“Caperucitas”
que salgan a los
bosques a por muérdago.
En “CasaChina”.
En un 19 de Diciembre de 2018
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