Foto tomada de internet. https://www.elperiodicodecanarias.es/tal-dia-como-hoy-ley-para-la-reforma-politica/ |
127/2019
Si os yo dijera la inquietud que me produce
pronunciar esa palabra…
¡Patria!
Decidme:
¿existe a día de hoy una palabra más amenazadora?
Con
ella en la boca se alzaron las armas contra quienes las entregaron a sus
matadores, se denunció al vecino por una sinrazón de viejas querellas personales,
se dieron “paseos”, se instituyó lo de vencedores/gloriosos y vencidos/apestados,
se fusiló al amanecer, se abrió la veda del ser humano, se pusieron bombas
lapa, se mutiló a niños, se pagó con tarjetas de crédito oficiales el
descrédito estatal de los prostíbulos, se
negoció la paz mientras que la paloma se apesebraba sobre un pienso
envenenado en las plazas públicas, se enterraba la séptima obra de misericordia
y se desenterraba a los muertos; se subieron los salarios y se bajó la guardia
hasta dejar desprotegido el flanco más facilón: el del odio institucionalizado.
Patriotismo,
patrioteros, patriotas, patricios, patrimonio, patriarcas…
¡Patria!
(Destierro de título
novelesco y arenga trasnochada).
Pasa
frente a nuestras ventanas entornadas de hastío una procesión de sonoros patricidas que, esgrimiendo la
inquietante palabra “patria” como arma arrojadiza, aunque parapetados tras escudos
envilecidos por otras palabras no menos inquietantes (fascistas asquerosos / rojos
de mierda) siguen navajeando la tierra de todos y soñando con repartirse sus
pedazos entre unos pocos, expatriando sin piedad a los mirones forzosos, como
cuando jugábamos en el patio de recreo a acuchillar el cuadrado trazado en el
suelo, sin alcanzar a entender que aquel cuadrado era un simple bosquejo
transitorio en tierra de nadie, que se borraría (se borrará) con las primeras
lluvias enamoradas.
Entre
tanto, en las habitaciones interiores de las casas, vestidos de andar por casa,
sin ganas ya de salir a esas calles tan nuestras, donde patriciados tahúres han arrasado y
arramplado con la palabra “ilusión”, seguimos a lo nuestro: tomarle de prestado
a Jorge Luis Borges sus certeros versos: “No nos une el amor
sino el espanto; será por eso que la quiero tanto”.
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