109/2021
(Enmimismamientos)
Nunca se llega a saber la verdadera historia de las cosas, porque las cosas muestran infinitos prismas, más o menos iluminados. Demasiados como para poder percibirlos desde nuestra limitada capacidad para ver e interpretar. Pero su análisis reflexivo y contraste participativo pueden desdoblarse en vectores que apuntan a dos direcciones opuestas: o la razón o la garrulería. Todo es cuestión de acercarse con confianza o con suspicacia a lo que fue, es y será.
La diferencia entre un análisis ponderado y un análisis suspicaz o aprensivo reside en el cultivo de la ecuanimidad o del resentimiento por parte de los seres humanos de los que nos rodeamos. En nuestras manos está saber elegir actitudes y personas.
La actitud que cada cual elija perfilará punto por punto lo que acabe siendo como persona.
La persona ecuánime califica o descalifica HECHOS documentados sin alardes petulantes ni premisas irreductibles; los suspicaces desconfían a priori, −ellos sabrán por qué−, pocas veces enaltecen, y casi siempre denigran a PERSONAS concretas con insinuaciones e insidias de ambigüedad perniciosa.
ECUANIMIDAD o SUSPICACIA: Esa es mi particular piedra de toque, mi manera de saber a quién me acerco para conversar y ante quienes me silencio por voluntad propia.
Porque ¡para qué!
Mi experiencia me dice que hay que acercarse a los ecuánimes para aprender a distinguir entre lo asumible y lo inasumible. De los suspicaces, mejor evadirse. El riesgo de emponzoñarnos con la toxina del constante desasosiego es demasiado alto.
En CasaMagica. En un 16 de Agosto de 2021
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