(Mi jardinillo)
Con la lluvia de la madrugada, en lugar de oler a parada de autobús, la calle, al otro lado de la cerca del jardinillo, olía a sementera.
Sube desde la tierra el hálito del agua
que empapa algún recuerdo extraviado.
Ha debido llover toda la noche.
Apenas amanece con un gris testarudo
y llueve todavía.
Somnolienta,
sin haber recobrado por entero la tarea de los ojos,
traspapelada aún en falsos laberintos
a mitad de camino
entre el sueño profundo y un despertar liviano,
a modo de estupor entre tinieblas
avanzo −ciega-zombi− por el pasillo mínimo.
(Mi casa es diminuta).
El dedo más pequeño de mi pie,
desnudo, indefenso e indigente,
se duele tras chocar contra una silla
que dio un paso adelante, inopinada.
Tanteo de memoria…
Me agarro a un picaporte como una pobre náufraga.
Forcejeo
con los restos de algún aturdimiento testarudo.
Un esfuerzo final,
un leve giro,
una enésima brega inaugural
en las titiritosas puertas del balcón,
y salgo al Jardinillo.
Levanto la cabeza hacia la lluvia
desnuda todavía
y venteo.
Hoy
a Madrid se le han bajado los humos
y se le están subiendo los olores
a tierra labrantía.
En CasaChina. En un 22 de Noviembre de 2021
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