(Micro150)
134/2022
Todos (las “todas”, también) precisamos de murmurantes en función piedra-pómez.
Me refiero a esos seres (¿“serás”?) que, cual si carecieran de bajos fondos propios, utilizan sus ojos como ventanucos al acecho desde los que otear hacia afuera, y sus murmuraciones viperinas para soliviantar la moral del más pintado.
Hablo de esos entes en función lija de grano grueso que, dispuestos a escoriarnos la piel con ralladuras insidiosas y yoístas en “Mi” Menor, en realidad nos rapan las rebabas que todos criamos, y nos aligeran de lo más aborrecible de nosotros mismos.
“Quien no tenga un anciano en su vida, debiera ponerlo” −decía el que fue MiHombre hasta que dejó de serlo de MuerteNatural, suponiendo que haya alguna “MuerteNatural”.
Quien no tenga un murmurante que llevarse a la boca en su vida, debe ponerlo −digo yo, consciente como soy de que, sin murmurantes, no seríamos sino unos petulantes sin espejo retrovisor.
En CasaChina En un 3 de Diciembre de 2022
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