104/2020
“Tres eran tres”.
“No hay dos sin tres”.
“A la de tres va la vencida”.
Y así el refranero nos acuna de tres en
tres, para inculcarnos que sin un buen trío no hay desempate.
“Vaya tres patas p’a un
banco” −me digo mientras lo releo por tercera vez.
He necesitado una noche entera para “pensa-disfrutarlo”.
Para disfrutar este hermoso artículo, de Juan −digo− en el “IDEAL de Sierra
Mágina”, sobre la presentación de nuestros tres libros, “LOS NIÑOS DE LAS CARAS”
de Juan Cano Pereira, “NUEVE RAZONES” de Gloria Nistal Rosique, y “VIRGO
FIDELIS” de mí misma, en distintos rincones de esa Sierra Mágina que me abduce.
Y lo he disfrutado, −el artículo de Juan, digo, vive
Dios− por muchas cosas.
PARA EMPEZAR, lo he disfrutado comprobando que el nombre de Gloria
Nistal Rosique (tan entrañable para mí) es ya tan “magineroso” ( que es
como decir imprescindible en Sierra Mágina) como el de cualquiera de nosotros,
los oriundos. Se van cumpliendo mis lejanos sueños de ver a nuestra Sierra
Mágina convertida en una gran jaima literaria, donde no haya anfitriones e
invitados; asentados y temporeros, nativos y forasteros, para acabar por
convertirnos todos −aborígenes o incrustados− en consistencias de lugareños arraigados
o aclimatados a la recacha de LA GRAN ALDEA CALIZA donde se escriben hechos
inauditos y vidas mágicas injertado todo ello en patrones inmemoriales.
Lo tengo dicho: para “sentir” y “sentirse” Sierra Mágina
hay que saber de injertos. Y es que, a fin de cuentas, si buena, esencial y sabrosa es la
aceituna que brota del acebuche, (por muy “menual” que sea), fueron los
injertos los que dieron esplendor a la inicial (e iniciática) minimez
concentrada en los oleastros silvestres hasta llegar a los sesenta y seis
millones de olivos de nuestra provincia.
SEGUNDO porque el suelto de Juan Cano Pereira es una
manifestación de generosidad sin fronteras con la que nos engrandece a
nosotras, a Gloria y a mí, convertidas en libros viajeros, sin darse cuenta de
que, por encima de todo, el verdaderamente enaltecido por sus propias letras es
él.
Siempre he sentido una especial admiración por los
seres naturalmente generosos, tanto como me ha fascinado comprobar cómo esa
misma generosidad intrínseca se convierte en el podio donde la vida coloca a
los más grandes. (Y Juan lo es).
PARA TERMINAR, la glosa de Juan sobre mi libro “VIRGO FIDELIS” me
lleva a la querencia de volver a leerlo como si yo fuera él, y como si, en
lugar de ser una mujer escritora, fuera un hombre escrito por mí misma. Porque,
bien pensado, es cierto que mi libro −como siempre− está habitado y “contaminado”
por mujeres de distintas partes del mundo en general, y de Sierra Mágina
en especial; pero ahora caigo en que, cuando tuve que valerme de personajes/hombre,
con el firme propósito de que esas páginas no se convirtieran en un gineceo
desmadrado, no tuve que esforzarme mucho para tratar a los hombres de <VIRGO
FIDELIS> con toda la piedad que germina y brota ante la contemplación del sentimiento de culpa universal que se instala (y se
injerta) con idéntica intensidad en hombres y mujeres hasta convertirnos en
seres asustados dispuestos a pagar la manumisión de nuestros propios miedos,
aunque sea a plazos.
O, lo que es más triste; hipotecando nuestras vidas
de por vida.
Miedo/ fidelidad.
Miedo/culpa reclamando un
ritual liberador
Los "PARES ENFRENTADOS" que ahora al
fin contemplo, CULPA versus FIDELIDAD, se fortalecen con
las palabras de Juan, que, como “NIÑO DE LAS CARAS”, fue injertado en “culpas”,
propias, ajenas, inducidas o importadas, pero a
pesar de sus miedos, ha sabido SER FIEL a una infancia redimida de culpa a
través de su novela iniciática, “LOS NIÑOS DE LAS CARAS”, que yo,
tras prologarla desde el alma, quise −y creo que conseguí− hermanar con la redención contenida en mi “VIRGO FIDELIS”,
y ello a través de las “NUEVE RAZONES” con las que Gloria
puso poesía en un reparto de culpas ajenas que asumimos como
nuestras hasta hacerles sitio en nuestra mesa y engullirlas como un mal trago
necesario.
Mientras reflexionaba en el artículo de Juan Cano sobre
las presentaciones “maginerosas” de nuestros TRES LIBROS, vino a mi
mente (¿se me presentaron?) el cuadro de “Abraham y los tres ángeles”, tres seres de luz a quien
Abraham, el primero de los tres patriarcas que recibe el mandato de trasladarse a la Tierra
Prometida, comparte su tienda y su pan.
Miro ese cuadro al que me refiero, anónimo y durmiente
en el Museo del Prado, y siento que Sierra Mágina es Abraham. Y nosotros tres, Juan, Gloria y yo misma,
redimidos por obra y gracia de la diversidad en nuestras tres distintas escrituras, hemos viajado, físicamente
o con el deseo del corazón, hasta la TIERRA PROMETIDA DE SIERRA MÁGINA, para
compartir nuestro propio pan, que no es otra cosa que LA PALABRA.
¿Se puede ser más afortunados?
En CasaChina. En
un 1 de Septiembre de 2020