VA DE...Batiburrillo literario

martes, 22 de agosto de 2017

"SEAMOS RAZONABLES. PIDAMOS LO IMPOSIBLE" (Mayo del 68)



49/2017
La guillotina de Maria Antonieta (Internet)

 

 Suelo evitar comentarios sobre personajes políticos (que no sobre acciones y hechos políticos), y sobre protagonistas piadosos (que no sobre creencias más o menos abstractas). Es decir: me pronuncio a menudo sobre ideas; pero pocas veces sobre personas, o sobre ideólogos concretos, porque es un empeño mío lo de reconocerle a las personas su derecho a pensar y decir, aunque lo que piensen y digan me parezca personalmente detestable.
       (Los actos son cosa distinta a la hora de opinar).
    Tampoco gusto de pronunciarme oportunistamente, generalizando indignaciones más o menos malsonantes, o lanzando anatemas públicos sobre un hecho puntual, por muy terrible que sea, como lo es lo sucedido en Barcelona. Mis desahogos personales van por otros derroteros.
       Sé que este “escaquearme” pudiera interpretarse como ausencia de compromiso, y que a lo mejor estaría bien visto que, como se suele decir -bastante mal dicho, por cierto- me “posicionase”; y así lo haría si no fuera porque me tengo miedo cuando me entran las iras, les doy suelta, y luego se me pone mal cuerpo recordando ordinarieces propias. Así que prefiero que me llamen "esquirola" de compromisos que visceral insultadora arrabalera y gregaria, sin más eficacia que la de ser parte del populacho reunido al pie del patíbulo pidiendo sangre ajena para aplacar públicamente mi vampirismo autoexculpatorio.

Sin embargo,
sí que suelo ser propensa a la piedad.

      En este caso, -hablo de lo de Barcelona- siento verdadera piedad por el Juez de Castellón que anuló la orden de expulsión del Imán que ideó y organizó lo de Las Ramblas. Me pregunto cómo se sentirá ese Juez que, con su decisión, ha propiciado tanto luto.

     A ver, que no es fácil asumir semejante "error judicial" aunque sea propio, y algo habrá que hacer para no sentir nauseas por lo decidido.

¡Uf! No quisiera estar en su pellejo...

       Claro que, quizá él (¿o fue una “ella”?) se sienta puñeteramente justificado/a esgrimiendo eso que, cual interdicción del sacro propósito de la enmienda, viene en llamarse “independencia judicial”. Pero, puestos a “leguleyear” (¡vaya palabro!), traigo a colación la figura jurídica que tanto habrá utilizado Su Señoría cuando de condenar a otros se trata: AUTORÍA POR COOPERACIÓN NECESARIA.
Internet
      Y una servidora se pregunta: ¿Acaso todos, incluidos los "señorías" sentados sobre su sacro, estamos siendo AUTORES POR COOPERACIÓN NECESARIA de esta sinrazón que es, por ejemplo, cubrirnos la cabeza cuando vamos a su territorio, y permitirles a ellos no descubrirse ante la paz cuando están en el nuestro? ¿Tendremos que levantar castillos fronterizos de bolardos por no saber expulsar de nuestros castillos a quienes vienen a rebanarnos la convivencia pacífica conseguida -salvo des-honrosas excepciones) por siglos de tolerancia dolorosa, razonada y razonable?
       Yo me atrevo a pedir que, sin imponer nuestras costumbres en el mundo privado de los diferentes, pidamos, ¡exijamos!, que la diversidad que defendemos con –para mi gusto- una cierta ligereza irreflexiva, no incluya el rendir los lábaros de nuestras propias creencias y costumbres cuando hay que compartir espacios de convivencia general y pública.

(Con-vivere= vivir con).

El juego de la oca y su tablero mágico
Dicho de otro modo: en casa de cada cual, las “cadacualerías” que los “cadacuales” decidan en la privacidad de sus baldosas; pero en los espacios comunes, o nos regimos TODOS por las “toderías” que nos damos donde deben darse, -que digo yo que será el Parlamento- o echamos fuera del tablero del juego que hemos decidido jugar a cualquiera que no respete nuestras propias reglas, para poder seguir jugando el juego de la vida.

      Como se decía en aquel glorioso mayo de 1968, “seamos razonables: pidamos lo imposible”.

     Y lo “imposible” a pedir, en mi opinión, en este caso, es no convertirnos en COOPERADORES NECESARIOS de quienes no cooperan a la libertad de las creencias de los otros e idean las formas más perversas de acabar con los que piensan diferente, aleccionando y adoctrinando a los menos preparados para pensar: los jóvenes.

      Porque ¡cuánta pobreza humana y miseria intelectual hay en el pensamiento lineal, falsario y rigidificado, que se encierra en la sangre de los anfitriones diferentes o en el insulto oportunista de los mirones!

En “CasaMágica”. En un 22 de Agosto de 2017.


 NOTICIA SOBRE EL IMÁN INDUCTOR DE LA MASACRE DE BARCELONA




lunes, 17 de julio de 2017

AQUÍ... AHORA...



 36/2017
 Aquí…Ahora…

VA DE…MEDIACIÓN

         En nuestra formación como mediadores creo que aprehendimos algo que ya sabíamos, que teníamos aprendido desde siempre, y que se ha practicado espontáneamente, por aquello de que existe una sabiduría ancestral no escrita, previa a cualquier formulación teórica. Me refiero al valor sanador del RITO, esos actos puntuales con los que consolidamos una determinada situación nueva, dándole trascendencia oficial, y transfiriendo a niveles pública lo que antes permanecía en el campo de la privacidad.
De esta forma, y dentro de nuestra personal cultura –otras culturas tienen igualmente sus propios ritos tan importantes como los descritos- nos incorporamos al grupo social, a la comunidad a la que pertenecemos (consciencia de pertenencia en oposición a la lesiva conciencia de exclusión). Mediante el ritual del bautizo se incluye al "neófito" en el grupo de las creencias. Traspasamos la frontera de la infancia a la adolescencia a través del rito de la primera comunión; pasamos de la situación de noviazgo a la de esposos mediante el rito del matrimonio, o, acabado nuestro ciclo vital, se nos despide definitivamente mediante el rito del funeral (honras fúnebres”).
Cualquiera de nosotros conocemos y practicamos toda una cadena de ritos que nos valen para consolidar “erga omnes” –ante todos- situaciones de hecho implícitas en la conciencia de la colectividad, pero no oficializadas ante la comunidad constituida e instituida. Por ejemplo, la petición de mano, la inauguración de un local, la botadura de un barco o la despedida de soltero.
Curiosamente, todos esos ritos se identifican con un elemento común que es el de la exteriorización pública de un hecho detenido en la privacidad. Y todos se sellan –por decirlo de alguna manera- mediante el acto omnipresente y más o menos multitudinario y colectivo del banquete, del COMER y BEBER: es decir, un compartir con la comunidad eso que es imprescindible para todos: el sustento del cuerpo, sin el cual el espíritu se siente “desnutrido”.

En definitiva, mediante la exteriorización ritualizada se consolidan certidumbres identitarias de pertenencia.

Pero ¿de qué certidumbres estoy hablando?

Aquí quería yo llegar. Porque, no hablo por boca de ganso cuando digo que, a estas alturas de la vida, he alcanzado una CERTIDUMBRE ESENCIAL, que no es otra que la de saber QUE SOY CAPAZ DE SOPORTAR CUALQUIER INCERTIDUMBRE.

Decía Kant que “La inteligencia del individuo se mide por la cantidad de incertidumbres que es capaz de soportar”.

Pues bien: yo debo ser inteligentísima, porque puedo soportar todas las incertidumbres del mundo.
 
         Se me tachará de petulante. Incluso habrá quienes, doblados por su propia incertidumbre, niegue que eso pueda hacerse.
 
        Ya lo adelanto: la cosa tiene "truqui" y yo encontré un truco infalible.
Aunque sea difícil de creer, la solución no puede ser más sencilla: se trata de convertir la desestabilizante INCERTIDUMBRE en DOLOR manejable. Para lo que resulta esencial saber distinguir, en no confundir “incertidumbre” con “dolor”.

El dolor puede soportarse, y antes o después acaba cediendo y ennobleciéndonos con el paso del tiempo. Incluso yo diría que es necesario como elemento de contraste en el reconocimiento de la felicidad. La incertidumbre enloquece y envilece a quien la soporta hasta que su portador consigue convertirla en certeza, por mucho dolor que esa certeza suponga.
¿Acaso alguien puede asegurar que existe una pérdida cierta cuyo dolor no haya sido remontado?

Dicho está: Yo puedo; simplemente, se trata de hacer magia.
¿Magia?
Sí, magia.
¿Que qué magia?
Esa que todos hemos practicado alguna vez: la del rito.

Ritualizar es protocolizar determinados actos externos, más o menos solemnes, mediante los que ventilamos las sentinas de lo incierto, elevando al nivel del consciente definitorio ese “runrún” sordo e indefinido que nos desasosiega y nos paraliza convirtiéndonos en inútiles.
Y si hay algo necesitado de ritos sanadores es el apego: ese sentimiento que nos impide gozar aquí y ahora de las cosas actuales por el miedo a perderlas en un futuro incierto, o comparándolas con imágenes idealizadas del pasado inexistente.

Pensando en todo esto estaba yo cuando cae en mis manos un artículo que no puedo por menos que compartir.
https://muhimu.es/…/3-ejercicios-te-ayudaran-liberarte-del-…

¡Genial!
Así que desapegarse de los afectos no es amar menos, sino amar mejor.

Ayayay…Esto necesita explicación.
Si tuviera que explicárselo a la persona amada ¿cómo se lo diría?
Yo lo sé bien: el RITO de “desapegarse” de aquellos a quienes amamos es el mayor acto de amor que podemos ofrecerles, AMÁNDOLOS SIN CONDICIONES AQUÍ Y AHORA.
Así que mi explicación, tras leer con atención ese artículo, sería descubrir si aquí y ahora, amamos a esa persona a pesar de todo.
Poder decir:
Te amo a pesar de todo.
Por encima de todo.
Sin reproches ni resentimientos pertenecientes al pasado.
Sin inciertas y personalísimas expectativas de futuro.

Te amo como eres aquí y precisamente ahora que te conozco, y no como yo te imaginé o como quisiera que fueses.

Porque, si no te amo tal cual eres, sino como a mí me gustaría que fueses, NO te amaría a ti, sino a mis quimeras.

Y a quien amo es a ti.

Aquí...
Ahora...

En "CasaChina" en un 17/07/2017

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