49/2017
La guillotina de Maria Antonieta (Internet) |
Suelo evitar comentarios sobre personajes políticos
(que no sobre acciones y hechos políticos), y sobre protagonistas piadosos (que
no sobre creencias más o menos abstractas). Es decir: me pronuncio a menudo
sobre ideas; pero pocas veces sobre personas, o sobre ideólogos concretos,
porque es un empeño mío lo de reconocerle a las personas su derecho a pensar y
decir, aunque lo que piensen y digan me parezca personalmente detestable.
(Los actos son cosa distinta a la
hora de opinar).
Tampoco gusto de pronunciarme
oportunistamente, generalizando indignaciones más o menos malsonantes, o
lanzando anatemas públicos sobre un hecho puntual, por muy terrible que sea,
como lo es lo sucedido en Barcelona. Mis desahogos personales van por otros
derroteros.
Sé que este “escaquearme” pudiera
interpretarse como ausencia de compromiso, y que a lo mejor estaría bien visto
que, como se suele decir -bastante mal dicho, por cierto- me “posicionase”; y
así lo haría si no fuera porque me tengo miedo cuando me entran las iras, les
doy suelta, y luego se me pone mal cuerpo recordando ordinarieces propias. Así
que prefiero que me llamen "esquirola" de compromisos que visceral insultadora
arrabalera y gregaria, sin más eficacia que la de ser parte del populacho
reunido al pie del patíbulo pidiendo sangre ajena para aplacar públicamente mi
vampirismo autoexculpatorio.
Sin embargo,
sí que suelo ser propensa a la piedad.
En este caso, -hablo de lo de
Barcelona- siento verdadera piedad por
el Juez de Castellón que anuló la orden de expulsión del Imán que ideó y
organizó lo de Las Ramblas. Me pregunto cómo se sentirá ese Juez
que, con su decisión, ha propiciado tanto luto.
A ver, que no es fácil asumir semejante "error judicial" aunque
sea propio, y algo habrá que hacer para no sentir nauseas por lo decidido.
¡Uf! No quisiera estar en su
pellejo...
Claro que, quizá él (¿o fue una
“ella”?) se sienta puñeteramente justificado/a esgrimiendo eso que, cual
interdicción del sacro propósito de la enmienda, viene en llamarse
“independencia judicial”. Pero, puestos a “leguleyear” (¡vaya palabro!), traigo a colación la
figura jurídica que tanto habrá utilizado Su Señoría cuando de condenar a otros
se trata: AUTORÍA POR
COOPERACIÓN NECESARIA.
Internet |
Yo me atrevo a pedir que, sin
imponer nuestras costumbres en el mundo privado de los diferentes, pidamos,
¡exijamos!, que la diversidad que defendemos con –para mi gusto- una cierta
ligereza irreflexiva, no incluya el rendir los lábaros de nuestras propias
creencias y costumbres cuando hay que compartir espacios de convivencia general
y pública.
(Con-vivere= vivir con).
El juego de la oca y su tablero mágico |
Como se decía en aquel
glorioso mayo de 1968, “seamos razonables: pidamos lo imposible”.
Y lo “imposible” a pedir, en mi opinión, en este
caso, es no convertirnos en COOPERADORES NECESARIOS de quienes no cooperan a la
libertad de las creencias de los otros e idean las formas más perversas de
acabar con los que piensan diferente, aleccionando y adoctrinando a los menos
preparados para pensar: los jóvenes.
Porque ¡cuánta pobreza humana y
miseria intelectual hay en el pensamiento lineal, falsario y rigidificado, que
se encierra en la sangre de los anfitriones diferentes o en el insulto
oportunista de los mirones!
En “CasaMágica”. En un 22 de Agosto de 2017.
NOTICIA SOBRE EL IMÁN INDUCTOR DE LA MASACRE DE BARCELONA
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