151/2023
Todos lo sabemos, porque todos hemos vivido alguno de esos acontecimientos que,
por inexplicables, acabamos por asumirlos como mágicos. Lo que voy a contar es
una de esas cosas.
Hace ya trece años que viajaba yo a Colombia como participante del Encuentro
Internacional de Escritoras (EIDE) dedicado a la desaparecida poeta colombiana
Matilde Espinosa. En aquel encuentro conocí a una de las más significativas poetas
colombianas vivas, y amiga de la homenajeada. Era Maruja Viera, y tuve el honor
de departir con ella, y de que ella, en un momento, me dijera “me gustaría que
fueras mi voz en tu país”.
Colombia, sus creadores y sus poetas me fascinaron de tal manera que, a
partir de aquel año de 2010, he regresado cada año a rendir homenaje a tan
fascinantes voces, lo que me ha permitido acudir a eventos inimaginables.
De repente, me encuentro que el columnista del periódico “EL TIEMPO”, José
Miguel Alzate publica en ese periódico un trabajo sobre mi poemario “DOLIENDAS” justamente el mismo día en el que se publica la noticia del fallecimiento de
MARUJA VIERA, cargada con sus CIEN AÑOS DE POESÍA. Y con mi recuerdo.
Me quedo con tu voz, Maruja, de prestado.
https://www.eltiempo.com/opinion/columnistas/jose-miguel-alzate/mi-admiracion-por-la-poesia-de-maria-del-socorro-marmol-jose-miguel-alzate-822262
Hace varios
meses tenía sobre mi mesa de noche, esperando para ser leído, el libro de
poemas Doliendas, de la poetisa española María Socorro Mármol. Al
tomarlo en mis manos esta semana para leerlo, me sorprende el prólogo escrito
por Juan Revelo donde dice que en la poesía de esta abogada nacida en Jaén
“cada verso comunica al lector algo, lo toca, lo confronta, lo invita a
reflexionar sobre los seres humanos, especialmente cuando estos se ven
enfrentados ante el amor, la soledad y la muerte”. A esta frase yo le agregaría
que la voz de María Socorro Mármol despierta en el lector un sentimiento de
admiración porque en su lenguaje se descubre a una mujer que expresa sus
preocupaciones existenciales en un tono que tiene percusiones rítmicas.
Temas
relacionados
https://www.eltiempo.com/cultura/musica-y-libros/murio-la-poetisa-colombiana-maruja-vieira-a-los-100-anos-820231
Muerte de Maruja Veira
oct 29
La luminosa Maruja Vieira
Maruja
Vieira
oct 28
Maruja Vieira: adiós a la gran dama de la poesía colombiana
A la autora de este libro la
conocí en un encuentro de escritores realizado en Ibagué, organizado por Pijao
Editores. Fue invitada para presentar un estudio sobre la obra narrativa de
Jorge Eliecer Pardo. Mi sorpresa al escuchar su ponencia fue grande. ¡Qué
conocimiento sobre la obra del novelista tolimense! ¡Qué estilo literario para
abordar sus argumentos! ¡Qué precisión en el uso del lenguaje para escribir
sobre sus personajes! Sorprendido con sus conocimientos sobre literatura, le
pregunté a un profesor de la Universidad Millikin, de Illinois, que estaba a mi
lado, quién era María Socorro Mármol. Entonces me dijo que era una abogada
española que escribía narrativa y poesía, profesora de la Universidad
Complutense, de Madrid. Al terminar su exposición, me fue presentada por Carlos
Orlando Pardo.
Me volví a encontrar con María
Socorro Mármol en la Feria Internacional del Libro de Bogotá este año. Había
llegado de España para presentar un libro de poesía publicado por Sial
Pigmalión, una editorial que publica en su país a escritores colombianos. En
este encuentro me entregó Doliendas, uno de sus últimos poemarios. Al
leer la solapa del libro me enteré de que ha publicado, además, los libros de
poesía Preseas y tumbagas (2008), Recuerdo que una tarde (2014) y
El corazón del Chimborazo (2010). También los libros de cuentos Mágina
mágica (2005) y Ellas: manual uterino para machos en celo (2007).
Este último hace pensar en un libro de contenido erótico. Uno se imagina que la
autora debe manejar muy bien este tema debido a la calidad de su prosa como
narradora.
La suya es una
poesía de bellas imágenes, construida con palabras que expresan su asombro ante
las cosas elementales.
La lectura de
este poemario de María Socorro Mármol ha despertado mi admiración hacia su obra
poética. Encontrar una mujer que escribe versos tan sentidos, donde sacude su
alma para expresar la razón de sus dolores, el porqué de sus alegrías, el
motivo de sus silencios, sus quejidos de amor y sus historias de vida, es
reencontrarse con temas que despiertan admiración en el lector. En Doliendas
está la voz de una poetisa que sin miedo desnuda su corazón para decir que
sus hombros son el soporte que deben sostener al amado para no dejarlo hundir
en un piélago de tristeza. La suya es una poesía de bellas imágenes, construida
con palabras que expresan su asombro ante las cosas elementales, tejida con
metáforas que revelan su conocimiento del arte poético.
María Socorro
Mármol es una mujer que escribe versos pletóricos de ternura. Cuando le
pregunta al hombre que se roba sus desvelos si recuerda “el rumor de las noches
del invierno o cuánto vale una lágrima en el viejo mercado del olvido” está
expresando el sentimiento que aflora en su corazón cuando él está a su lado,
bañándola con su mirada, llenándola con sus besos, cubriéndola con su pasión.
La autora de Doliendas siente alegría al cantar sus verdades en el amor,
llora cuando un recuerdo llena su alma de pesadumbre, se estremece cuando le
dice “emerges de mis sueños cada noche” y celebra haberlo conocido para “poder
desabrocharte la tristeza y poder tocar tu risa con un beso”. Hay en estos
versos la expresión sentida de ese estremecimiento interior que le produce el
saberse amada.
Hay un poema
en este libro que deja sentir, como si fuera un soplo dulce, la inspiración de
María Socorro Mármol. Me atrevo a decir que es, para mí, uno de los más
hermosos del libro, se titula “Soy la mujer estancia”. En uno de sus versos
dice, comparándose con una casa: “Y me desangro herida, gota a gota: / grifos
que siguen siendo todavía / un cálido goteo de la ternura”. El poema finaliza
con este verso: “Soy una casa de segunda mano / sin cancela. / Con la puerta
entornada. / Sin cerrojo”. En este poema, que tiene remembranzas de una casa
“con grietas y goteras”, está el alma de una mujer que se enternece al ver la
lluvia caer “sobre un lecho sin calor de cobertores”. A María Socorro Mármol
esta casa, “con su esencia de escarcha sobre el musgo”, le despierta bellos
recuerdos.
La poesía hace
el milagro de llenar los vacíos que deja la muerte. En Doliendas, María
Socorro Mármol utiliza la palabra para exaltar la vida, pero también para
cantar sus tristezas. Exalta la vida cuando pone a un niño a preguntar con voz
tierna de qué color se viste el amor, cuando habla de un arco iris lleno de
luz, cuando dice que el silencio se recuesta en su cama y come en su mismo
plato. Y, ¿cómo llena los vacíos de la muerte? Aquí está su quejido por la
muerte de su compañero de vida. Evoca su recuerdo en versos plenos de tristeza
y reconoce la herida que se abre en el alma cuando la persona amada parte hacia
la eternidad. En este sentido, me trae a la memoria a una gran poetisa
caldense, Teresa González García, que en su poesía volcó ese dolor que le
produjo la pérdida del ser amado.
Un buen poeta
y ensayista uruguayo residente en Colombia, Fernando Chelle, escribió: “La
poesía penetra en territorios de la intimidad del individuo como ninguna otra
manifestación artística”. Utilizo esta frase para decir que en la poesía de
María Socorro Mármol este tema es manejado con sutileza. En su poesía la
palabra refulge con resplandor de estrella cuando escribe sobre momentos de
plenitud en su vida. La autora de Doliendas, un poemario que por esa voz
de finos matices líricos uno quisiera leer varias veces, puede repetir con
Hanna Barco este verso: “Tengo luz en los labios para besar tu boca, un rayo de
amor para abrazar tu cuerpo y mil recuerdos para llenar tu ausencia”. Todo
porque la ausencia del esposo que ha partido esta excelente poetisa la llena,
evocándolo en sus versos.
JOSÉ MIGUEL ALZATE