73/2017
TEMPUS FUGIT
¡Ay, cómo pasa el tiempo!
Del muro de Berta Lucía Estrada tomo un enlace (gracias,
Berta) que me lleva a hacerme algunas reflexiones (amorosas):
Decididamente,
yo APUESTO POR LO DIFÍCIL: LA NO CRISPACIÓN.
Lo fácil es indignarse, iracundarse, sacar a
pasear el orgullo de casta, airear la dignidad herida, escandalear y
escandalizarme por lo que pienso que dicen los demás, en lugar de pararme a
escuchar lo que verdaderamente dicen; lo fácil es lanzar anatemas, hacer sonar
como campanilla de viático la integridad despedazada, y comenzar a proyectar
pedazos de dignidad a diestro y siniestro contra la cabeza de mis paisanos,
solo porque alguien me dice cómo debieran pensar los demás. Y cómo debiera
pensar y sentir yo misma para no ser condenada a la hoguera.
Y yo que creí
que la Inquisición era cosa de un pasado que causa cierto rubor, y que
"Las alegres comadres de Windsor" -cuya lectura recomiendo- ya
estaban en decadencia...
ESO ES LO
FÁCIL: convertirse en un basilisco y escupir al cielo "con la cabeza bien
alta", sin recordar aquello de que "quien al cielo escupe, en la cara
le cae".
Si lo sabré yo
que lo hice tantas veces…
Lo fácil es
rasgarme las vestiduras ante lo que, desde mis gafas de miope, veo vergonzoso
en los demás, sin advertir que a través de mis mismísimas vestiduras, rasgadas
por propia mano, estoy exponiendo a la vista pública mis vergüenzas más
recónditas.
Con el tiempo
he ido aprendiendo que, lanzado el último ripio de mi dignidad rota contra la
cabeza de mi enemigo, me quedo sin munición.
Des-ARmada de metralla y des-ALmada de desaliento.
¡AR!
Imagen de Internet |
¡No! Definitivamente, NO. No soy tan valiente como
para declarar/me la guerra.
Declarar la
guerra es demasiado fácil: solo hay que gritar ante una masa enardecida un “a
por ellos”. Y las turbas, como rebaño sin cordura, como un azafate pringado de
grumos de leche cortada, y con el cerebro como un queso fermentado en estiércol
de redil ajeno, se lanzarán por el precipicio, dejando a los pastores sin
tarea.
Y tocando/se la flauta...
Ni siquiera me
llama lo de alistarme como soldado de fortuna, ni convertirme al mercenariazgo.
Me niego. No quiero quedarme a ver qué pasa. Ni rezagarme en esa guerra que no
es mi guerra, sino de unos "alguienes" cuyas medallas desconozco,
pero que hacen demasiado ruido como para no ser pura chatarra.
Yo deserto de
la batalla que se han montado los generales del purismo, sin pedirme opinión.
Mi sangre vale demasiado para que cualquier vampiro pueda chupármela en mitad
de cualquier reyerta de colores.
Que nadie ponga
pistola de perdigones en mis manos. Me niego a disparar a los postres contra
las alas de quienes se sentaron a mi mesa hace tan poco tiempo; contra mis amigos.
Me niego a ser
una copa rota en manos ajenas, mientras unos pocos tienen suficientes ahorros
como para comprarse una copa nueva con la que poder brindar por mi tontuna.
Me queda cada
vez menos tiempo para gastarlo en banderas de colores en lugar de poder
envolverme en mi bandera de sábanas blancas y ponerme a amar durante el tiempo
que me quede.
El desamor lo
dejo para los que TAN FÁCILMENTE, TAN NECIAMENTE, piensan que aún tienen
tiempo, sin pararse a escuchar el urgente “tic-tac” de su corazón.
En
"CasaChina". En un 8 de Octubre de 2017
Siempre me ha
espantado la idea de lo difícil que es crear, construir algo, y lo fácil que es
destrozarlo. Tiene uno una copa de cristal en la mano, hermosa en su
fragilidad, íntegra, capaz de contener el vino o el agua y de mostrar,
suspendida en el aire, los…
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