(Gramatiquerías)
142/2023
Observen. Escuchen. No se
lo pierdan. Cualquier discurso formal, cualquier discursante que se precie, concluye
el capítulo vocativo de los saludos con un “señorAs
y señorEs” que, si hacemos caso a los Mandamientos
de la Ley de la Real Academia Española, resulta ser sospechoso de insurrección
gramatical digna de mención.
Arrancar, lo que se dice
arrancar, su excelencia el conferenciate arranca sus disertaciones de marras
marrando femeninos, con un saludo personalizado, y detallado de manera
minuciosa, que va de mayor a menor, aunque cuidando de no hacer una alusión de
género general −valga la ¿redundancia o asonancia?−, y ello porque el sancta sanctórum (o sanctasanctorun si así lo quieren) de
la Lengua Española tiene dicho que no se puede redundar en lo genérico, teniendo
en cuenta que ya es “genérico” el uso del masculino sin más, en el que se
entienden incluidas las excelentísimAs y las ilustrísimAs asistentes. (¿O son “asistentAs”?).
Yo misma, al iniciar este cuchicheo,
y ponerle el título, −SEÑORAS y SEÑORES− he recibido la algorítmica y
escandalizada reprimenda del corrector de Word, en forma de énfasis subrayado y
coloreado que a punto estuvo de hacerme subir los antiguos colores de la
infancia ante la amonestación recibida: “revise la expresión; es redundante”.
¡Cachis!
Y, sin embargo, si no recuerdo
mal, lo de “señoras y señores” es lo ineludible, ¡lo distinguido!, en cualquier
disertante que se precie.
Veamos…
El último discurso que yo recuerdo
es nada menos que el de Su Majestad el Rey, en la ceremonia de los Premios “Princesa
de Asturias”, que, más o menos, vino a ser así: “excelentísimOs e ilustrísimOs representantes
de…, excelentísimOs presidentes de…, ilustrísimOs no-se-cuántos… Todo ello,
como ya he dicho, con observación de reverencial obediencia a los Mandamientos
del Ripalda de la Lengua Española, sin hacer una alusión expresa de género.
Hasta que, llegado el final, superadas
las excelencias y las ilustrencias, degradados en el escalón inferior de
los tratamientos, ni el mismísimo Rey (ni nadie que se precie de su categoría
limpia de cateteces) no remate con un sonoro “señorAs y señores”, individualizando
expresamente el masculino y el femenino, que deja en el público un regusto a “este
sí que sabe, y no esos palurdetes de tarima de cafetín…”.
Y digo yo: si
de toda la vida de Dios lo correcto, lo exquisito a pesar de lo “genérico”, ha
sido lo de “señorAs y señorEs”, ¿a qué viene tanto tiquismiquis con la
inclusión genérica discursiva en todo lo demás?
En CasaChina.
En un 22 de Octubre de 2023