44/2022
Porque ya estoy harta de tanta guerra. De sus guerreros, más.
Aciagos impostores. Remedo antropomórfico,
son entes fraudulentos, poco evolucionados
a pesar de anudarse con desesperación a sus corbatas
de seda agusanada y platelmíntica.
Patéticos mamíferos, bípedos gusarapos,
mugientes rumiantes de lóbrego embestir peripatético
que hozan más que abrevan en las charcas,
reptan en el abismo de fosas prehistóricas,
enrojecen la sed de ineptitud con sangre humana,
respiran con fruición
(propia de marranillos de destete)
el acre y corrosivo pestazo de la pólvora.
Se alimentan de muerte numerada.
Se engalanan
de escoria belicosa que tintinea chatarra en sus trofeos.
Embriones que gestan y sestean en vientres de prestado
mientras disparan −¡fuego!−,
solo por escuchar y embelesarse con su ruido.
Y celebran la fiesta de su tribu mientras miran
con ojos inservibles
cómo la sinrazón de su ridiculez yace insepulta
al tiempo que ellos brindan y beben y babean en huecas calaveras,
mientras alzan al cielo sus trabucos,
−¡fuego!−
abatiendo vencejos hermosísimos.
Matando mariposas.
En CasaChina. En un 9 de Agosto de 2022
No hay comentarios:
Publicar un comentario