VA DE...Batiburrillo literario

martes, 24 de marzo de 2020

SI NOS ENTRA LA RISA...


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(Croniquilla de Viruso Coronado -12)

¿Dónde escuché yo eso?
“De la abundancia del corazón hablan los labios”. (Lc 6, 45).
Por ahí deben ir los tiros cuando hacéis lo que hacéis, cual si la afrenta fuera un mandamiento de la Ley del Dios de los descreídos.
Me refiero a lo de insultaros los unos a los otros.
¿Acaso es que, en ese oficio vuestro, el ingenio cum laude pasa por la profesionalización del insulto? ¿Del tú, más? ¿Del anda que tú?
Nos estáis cansando.
De verdad que nos estáis cansando.
Y no hay cosa más peligrosa que el cansancio.
Pudiéramos empezar a pensar por nuestra cuenta.
Y luego, a entrarnos la risa.
Y ya sabéis: si nos entra la risa, no hay marcha atrás.

Pensativa en CasaChina. En un 23 de Marzo de 2020

domingo, 22 de marzo de 2020

DE VELAS -2- y VELATORIOS


36/2020



(Croniquilla del Viruso Coronado – 11)

         Confundida.
         Desigualmente confundida en este igualamiento que nos ha traído el Viruso Coronado.
        Así es como está una servidora, sin acabar de entender si esta confusión es reactiva o endógena, endémica, epidémica o pandémica, inducida o adquirida, larvada o manifiesta; azul o roja; de los míos o de los contrarios (suponiendo que alguien haya decidido ser mi contrario en contra de mi voluntad que es no tenerlos).
        A lo que vamos. Lo del Viruso con Corona.
        ¿No os lo decía yo?

       Y va una y se pregunta:
Este Viruso Coronado ¿qué es?
¿un chaquetero tránsfuga o un demócrata irredento?

       ¿Es o no es para estar confundida?

          No; no estoy disparatando, ni desvariando.
         Ya he dicho que estoy simplemente, confundida. (Y acaso, desbordada por los acontecimientos, que parece que, vistos desde mi encierro, sin tener a quien abrazar en cuerpo presente, parecen colosales monstruos nocturnos sin fecha de amanecida).

         Me explico:
        Anteayer, sin ir más lejos, el Monarca del Pueblo, o lo que quiera que fuese, se llevó por delante a un sindicalista inmemorial, amigo mío por más señas, ocasional aunque entrañable, y recio en sus convencimientos cual juanramoniano Platero plebeyo, de esos que, como dice el refrán, cuando enfilan una linde, siguen andando erre que erre, indómitos como los de su especie, aunque la linde se acabe.
        No había yo terminado de apañarme el duelo sin difunto, sin velas, y sin funerales donde compartir miedos y desamparos con su recién inaugurada viuda, cuando me llega la siguiente noticia: el Viruso acababa de ultimar a un marqués de grata memoria, hecho él a los pámpanos de calidad y a la risa fácil, e igualmente ocasional en la coincidencia de algún sarao campestre regado con buen vino y mejores recuerdos.
        A ninguno de los dos les dio el Viruso, o lo que quiera que se los llevase, el mínimo cuartelillo para sentir el último tacto de las manos amadas.
     No habrá crónica gráfica de sus funerales, ni velatorios, ni pésames en el primer banco del recinto de la ceremonia de despedida.
Ni siquiera, ceremonia de despedida.
Ahí es donde entra mi confusión.
        
           ¿No dicen por ahí que no todos somos iguales?
          Hartita está una servidora de escuchar eso de que unos son más iguales que otros, sin echarle cuentas a que no van a ser iguales quienes se matan a estudiar o a trabajar, que los que se tumban a la bartola, en plan “aquí me las den todas”, y ejercen la rentable profesión de “ni-nis” a costa del erario público, o de unos padres con fecha de caducidad más que pasada.

Pero, tranquis, que ahí está lo único que nos iguala.
      Ya ven ustedes: un sindicalista inmemorial y un marqués de grata memoria igualados por un simple, pequeñajo, miserable, inacabado, invasivo y poderosísimo Viruso, −eso sí; coronado− en idéntica fecha y con semejantes resultados de nadie a quien decirle un adiós de última hora.
        Será que la muerte, venga en el sobre que venga, vestida de seda o de trapillo, no entiende de diferencias entre destinatarios.

¿O sería que el Viruso guadañero lo que pretendía era encender 
una vela a Dios y otra al Diablo?

         Sea como quiera que sea, lo cierto es que la muerte hace tan guales a los que se van como desiguales a los que se quedan.

         Porque, vamos a ver: ¿lo mismo va a ser la vida de mi amiguilla Charo, la viuda del sindicalista, que se queda ahora con la mitad de lo que ingresaban entre los dos y con los mismos gastos, que la marquesa consorte, que seguramente no sabe a cuánto ascienden sus gastos?

¡Cachis!

Esto de seguir vivos es lo que más desiguala
 
       Lo que pasa es que yo prefiero de momento ser más desigual que pasar a lo de igualarme.

Desigualada en CasaChina. En un 22 de Marzo de 2020

sábado, 21 de marzo de 2020

LAS GALLINITAS CIEGAS


 35/2020
(Croniquilla del Viruso Coronado - 10)

        Es sábado. 21 de Marzo de 2020. Y cumplo mi décimo día de cautiverio virosístico con una saturación desbordada por mis ijares y por mis entretelas como una humareda de malos pensamientos que me están empañando los vidrios de la vida claústrica.
Y es que hay que ver lo que se tiene que oír.
        ¡Será posible lo que se escucha en mitad de tantísimo mutismo!
Los hospitales están saturados de lo suyo: de enfermos solitarios.
        Las calles están saturadas de lo que no es tan suyo: de silencios.
        Las fábricas de mascarillas están saturadas de lo que menos rentaba antes y más rentable ha devenido: pedidos desesperados.
        Las fronteras están saturadas de ¡alto ahí!, disparado a la gente que quiere cruzarlas tontorronamente, sin saber muy bien a dónde van y sin recordar aquello de que en todos sitios cuecen habas.
        Los medios de comunicación están saturados de sedicentes comunicadores sabelotodo, dispuestos a generar por su cuenta y riesgo, o a cuenta de los demás, miles de comunicados contradictorios y sin contrastar por falta de test de contraste.
        Las redes están saturadas de memos que difunden memes, alarmas, cautelas o consejos discordantes lanzados con voz de pito por supuestos entendidos que tienen un cuñado que tiene una novia que trabaja en un laboratorio donde dicen que le han dicho que alguien muy informado ha descubierto que todo era mentira antes de saber qué es ese “todo” tan lleno de nada.
La vejez está saturada de chorreones de miedo a no seguir envejeciendo.
        El aire está saturado de ausencias de lo que tanto nos molestaba en los buenos tiempos, tal como los tubos de escape de las motos y el run-run de los autobuses en la parada de final de trayecto.
        El mundo está saturado de aprovechadillos que amontonan webs y enlaces, desde los que nos des-informan de la última in-formación de tan ultimísima hora que, según va escribiendo su mano derecha sobre el teclado, viene la izquierda detrás, machacando lo recién-informado con una urgencia que acongoja.
 (¿O es “acongojona?).
        Esto me recuerda aquella película −EL VIOLINISTA EN EL TEJADO− en la que un pedazo de señor barbudo y abundante en carnes, en intenciones irreductibles y en voz de gorila, gritaba desde el tejado aquello de ¡TRADICIÓNNNN!

       Lo que a mí me atruena los oídos es algo muy parecido:
¡INFORMACIÓOOOOOONNNN!

¿O estoy escuchando mal y lo que sueña estentóreo es…?
¡DES− INFORMACIÓOOOOOONNNN!

        A estas alturas, yo estoy saturada de mí misma, y de este juego de gallinitas ciegas en el que giro, trastabillo, tropiezo, vacilo, tanteo y me confundo sin ver a ver lo que tiento, aunque lo que tiento sea falso, a sabiendas de que a los demás les empieza a aburrir el juego tanto como a mí.
        Pero, vamos a ver: ¿esto qu’es lo que es?
        Algún remedio habrá. Aunque sea sacar la goma (Milán) y borrar esta manía de meter las narices en cualquier pestazo.
        En vista de que mi mal tiene remedio, he decidido vacunarme.
Me declaro en cuarentena DES-INFORMATIVA.
        No abriré más videos. (Al menos en 24 horas).

       No se mantendrá correspondencia con los involuntarios participantes en este concurso de DES-PROPÓSITOS, cuyo premio final tiene mucho que ver con mi DES-SALUD MENTAL.

        Después de más de diez días de encierro, en este día de la Poesía, en el que me doy cuenta de que no me había dado cuenta de lo tranquilos que vivíamos antes de que el Viruso Coronado nos avasallara, no tengo claro lo que el Viruso Coronado pensará de nosotros. Seguro que está partiéndose de risa.
Pero yo sí sé lo que pienso de semejante monarca.
Es un innombrable.
Y, como tal, me niego a nombrarlo durante un mínimo de 24 horas.
Por razones de salud mental…

DES-informada en CasaChina. En un 21 de Marzo de 2020

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