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miércoles, 5 de agosto de 2020

LA "BienPlantá" EXISTE


         En algún lugar de uno de nuestros pueblos, del que no diré su nombre pero que cualquiera puede adivinar, sigue resistiendo al paso de los años esa oliva a la que le dicen La BienPlantá, que, junto con una higuera y un chozo, fueron (y quizá sean todavía) una finca mínima inscrita en algún Registro de la Propiedad de la comarca.

          Debajo de esa oliva sucedieron muchas cosas que ella, narradora omnisciente y testigo de excepción,  cuenta a su manera en el libro "VIRGO FIDELIS", a punto de ser presentado en sociedad.

          De lo que La BienPlantá cuente, que cada quien se crea lo que quiera y tenga a bien, teniendo siempre presente que, salvo concretos pasajes históricos mejor o peor narrados, nunca sabremos cuándo miente y cuándo dice la verdad, si es que dice alguna.

            Lo que sí que puedo afirmar es que existe. La BienPlantá existe.

            Y, además, habla y pega la BienPlantá la hebra con quien quiera oírla.


La BienPlantá existe

 Existe.

Os lo juro por Dios:

la Oliva existe.

Y habla con quien quiera que la escuche

si antes aprendió a oír sin espantarse

la sólida congoja del lenguaje

que impregna por los siglos de los siglos

la lóbrega maraña de la ausencia,

la crónica presencia del ausente.

 

Avistadla

en toda su altivez, sangre de aceite,

fiel inmortalidad al fin desagraviada,

insomne guardiana del civanto,

ese que en otros tiempos fue insurgencia

de cicuta, de eléboro y acónitos,

yerbas brujas

prontas a ser feroces verdugos casuales,

remedios sin remedio de lo triste.

 

Vedla

tozuda resistencia

crecida en su talada altanería,

mil veces rebrotada de unos troncos

hechos a la fatiga de lo recio,

a la inconstante lisonja de los pájaros.

 

Oídle

sus furtivos y rotos balbuceos,

sus lúgubres murmullos con la higuera,

comadre inmemorial junto a las zarzas,

que ahonda abrigaderos subterráneos

y le tienta a la tierra sus incógnitas

de amores inhumados,

y se duele,

al lado de la oliva,

con todos los que duermen a sus pies

un sueño eterno.

 

Miradla

(miradlas)

cómo aboca hacia el río su sed eterna

sobre una tierra seca, antaño desdeñada.


Deteneos.

Paraos a escuchar.

Hablad con ella.

Quizá quiera contaros sus enigmas:

los mismos que ahora sueñan en el libro

que duerme en mi regazo.

 

En CasaMagica. En un 5 de Agosto de 2020


Album de fotos de La BienPlantá















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