(En Jaén, donde he vivido)
142/2024
Se puede ver allá arriba, desde cualquier rincón de la ciudad, de frente o en bisel, y siempre blanca, de cal durante el día e iluminada de noche de focos o de rayos de tormenta.
Es faro y emblema de un Jaén inmemorial
Sus leyendas están al alcance de cualquiera que se ocupe de buscar en las bibliotecas o simplemente en Internet.
Recuerdo que se accedía a ella por un senderillo estrecho e inseguro, que avanzaba por la cuerda de la roca, y acaba rematado por varios peldaños de mampuesto. Pienso que, después de tantos años, ese sendero se habrá saneado en condiciones.
A sus pies, sobre una explanación de yeso blanqueado, yacía en la losa un soneto, escrito más con el corazón que con la maña académica de un poeta que nació en el pueblo donde murio y está enterrado mi padre: Jódar. Hablo de Antonio Almendros Aguilar, cuyo nombre honrra nuestra tierra entre los de otros muchos:
SONETO A LA CRUZ
ANTONIO ALMENDROS AGUILAR
Muere Jesús, del Gólgota en la cumbre
con amor, perdonando a quien lo hería.
Siente deshecho el corazón María
del dolor en la inmensa pesadumbre.
Se aleja con pavor la muchedumbre
cumplida ya la santa profecía.
Tiembla la tierra; el luminar del día
Cegando a tanto horror, pierde su lumbre.
Se abren las tumbas, se desgarra el velo
y a impulsos del amor grande y fecundo
parece estar la cruz, signo de duelo
cerrando, augusta, con el pie el profundo
con la excelsa cabeza abriendo el cielo
y con los brazos abarcando el mundo.
En CasaChina. En un 30 de Agosto de 2024
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