70/2020
(Croniquilla del Viruso Coronado –
45)
−Cordia X−
−¿Pero
qué haces, Cordia de mi alma?
−Ya ves. Aquí llorando una chispa.
−¿Y no tienes otra cosa que hacer que ponerte a
llorar?
−Sí.
−Pues hazlo, Cordia, hazlo, porque ya sabes que lo
nuestro siempre ha sido compartirlo todo, y no tengo yo el cuerpo para
llantinas esta mañana.
−Ya lo estoy haciendo.
−¿Haciendo, qué?
−¡Qué va a ser! Lo otro. El añadido del lloro. Bueno,
lo añadido es el lloro; y lo otro, antes.
−Pero ¿qué te pasa, Cordia? ¿A qué viene semejante
desconsuelo?
−¿Qué dices?
−Que a qué viene… ¡Cordia: quitate los auriculares!
Así no podemos entendernos.
−¡Quitados! ¿Qué me decías, Ulio?
−Que, antes de entrar en barrena en lo de las
depresiones, sería bueno que habláramos de nuestras cosas para desahogarnos.
−¡Ulio…! Si llevamos toda la vida hablándonos de
nuestras cosas. No querrás que empecemos de nuevo.
−Pues llevaremos toda la vida hablando. Pero, hija, yo
no te entiendo cuando comienzas con esas cosas.
−Ni cuando comienzo ni cuando termino.
−¡Qué vamos a hacerle! Los hombres somos de otra
manera; y, si no se nos dicen las cosas con claridad, ni amagamos siquiera
darnos por enterados, porque lo mejor que puede pasarnos es que nos despachen
al bar. Y ahora está cerrado.
−¿Ves? Eso es lo que las mujeres más echamos de menos
en vosotros: que sepáis leernos el pensamiento con algo más de alfabetismo del
que tenéis.
−Pues va a ser que no.
−Que no ¿qué?
−Que si algo nos tenemos aprendido los hombres es a
no figurarnos lo que pasa sin husmear y enterarnos primero. Porque, si alardeamos
de una suposición, os ponéis como hienas. En cuanto nos metamos en
suposiciones, tiremos por donde tiremos, siempre vamos a embarrancarnos.
−Ya ves…En eso tienes razón Ulio; porque, si algo
tenemos aprendido las mujeres, es a no daros la razón, aunque la llevéis, para
evitarnos calenturas de cabeza de efectos retardados.
−¡Alto ahí, Cordia! ¿Cuándo has visto tú que yo me
valga de lo que tú me asientes para usarlo de letanía de cualquier rosario de
penitencia?
−Yo no hablaba de ti, Ulio. Yo hablo de los hombres.
−¿Ah, sí? ¿Y se puede saber qué soy yo para ti?
−¡Ja! A ti te lo voy a decir. ¿Qué quieres? ¿Qué te
haga la jarrica y te regale el oído?
−Lo que yo quiero, Cordia, bien lo sabes. Es no tener
que verte ennublada como si yo te estuviera faltando en algo. Que vosotras, con
lo de llorar echáis afuera a vuestros demonios; pero a nosotros se nos quedan
dentro y acabamos endemoniados.
−Una tiene tanto derecho a removerse como a enternecerse.
¿O no?
−O sea, que lo de la llantina es por alguna emoción
de esas que os dan a las mujeres. Y yo que pensaba que eso se pasaba con la
edad… ¿Quieres decirme para qué diantres vale lo de cumplir años cuando perseveran
los achaques y llegan otros nuevos?
−¡Ay, Ulio de mis entretelas! ¿Cuándo aprenderás que
lo del conmoverse no crece en las bragas o en los calzoncillos, sino en la humanidad,
y sin fecha de cumpleaños?
−Cuando los pavos echen dientes. ¡No te digo! Siempre
lanzando torpedos por la superficie a ver si me acierta.
−Lo que nunca le sienta bien a tus años es lo de
enfurruñarte. ¡Ea, ya está!
−Es que, Cordia, con la labia que Dios te dio, tienes
una manera de arrinconarme…
−Hala, va, pelillos a la mar. Vente para acá, que
quiero que escuches lo que a mí me tenía con el atraganto en la garganta. Eso
es… Toma; un auricular y yo otro… No, ahí, no; póntelo en la otra oreja que es
la que no te da fallos… Y, ahora, escucha.
Plas, plas, plas, plas…
−¡Uy,
Cordia, que a mí esto me parece la entrada de los Nacionales…!
Plas, plas, plas, plas…
−¡La vítica, Cordia, que están aquí mismo…!
−Que te calles, pedazo de pendejo, que con tus
tontunas no me dejas ni emocionarme a mis anchas.
“Grândolaaaa[1], vila more-e-na /
terra daaa fraternida-ade”
−Quita
payá, chiquilla; pero si esto es…
−Calla
y escucha, Ulio.
“…o
povo é quem mais ordena-a // dentro deee ti, ó cidade-e”
−¡Jesús, Cordia, a dónde me está llevando esta copla!
Si parece que no ha pasado el tiempo…
−Pues, desde aquel 29 de marzo de 1974, ya han pasado
años.
−¡Y qué guapa ibas tú cuando entramos en el Coliseo,
con tu vestido negro, la piel como el pan tostado y ese perfume tuyo que llega
antes que tú a cualquier parte…!
−Pues tampoco a ti te faltaba gallardía, Ulio; aunque
tú bien que te cambiaste de perfume cuando... Pero a lo que estábamos. Si es
que la juventud es más juventud y más fragante en una Lisboa como la de
entonces que en cualquier sitio de ahora.
−Mira, yo, de Dorian Grey, ni la menor gana. Yo
quiero envejecer en mi propia cara y no en un cuadro abandonado. O en un
apartadero de viejos de esos en los que todo el mundo te llama “abuelo” sin
pedirte licencia familiar.
−No te hagas mala sangre, Ulio. De momento estamos
aquí. Y que nos quiten lo bailao.
−Sí; verdaderamente hemos vivido, Cordia, más que
muchos con mucho más que nosotros. Además, éramos dos pimpollos; y Lisboa, un
primor. Y tú, mi primor particular. Ahora recuerdo los lagrimones que se te
caían cuando, al terminar el concierto, comenzó a cantar Amalia Rodrigues, y
todos se pusieron de pie y le siguieron el cante detrás de sus condecoraciones
militares y de sus esmóquines, y de sus vestidos de noche…Ay, Cordia: quién nos
iba a decir que estaba tan cercana la Revolución de los Claveles. ¡Si vieras
cómo llorabas aquella noche!
−Lo que llevamos vivido y lo pronto que se nos
olvida, Ulio. Ganas me dan de…
−¿De qué? La vida corre por su cuenta; y nadie
escarmienta por lo que los demás padezcan, sino por lo que ellos mismos se estropeen.
−¡Pues si te vieras tú en este momento con el genio
levantado!
−¡Pues anda que tú! Como tomates se te van a poner
los ojos.
−¿Roja tú? ¡Vamos, anda!
−Pues esta canción es de los rojos de toda la vida de
Dios.
−Cordia: esta canción es de la gente de toda la vida
de Dios. Escucha, escucha esto:
“O povo - é quem mais ordena-a / terra da fraternida-a-de”
−¿Y a ti eso
no te suena a rojerío?
−Ven p’acá. Retrocede la grabación.
Ahí, en el minuto 1,32:
“Em cada-eeesquina
um ami-igo/ em cadaaaa rosto igualda-a-de/ Grândolaaa, vila more-e-na/ Terra daaaa
fraternida-a-de”.
-¿Eh?
¿Qué me dices? ¿Se necesita untarse la fachada de almagra o teñirse con azulete
a la hora de sentir como personas sin colores?[2]
−¿Y a ti esto no te suena a pueblerío de los de andar
por la calle? ¡Quién no pudiera en este momento…!
−Si lo que estás pensando es en hacer una escapada, calle
arriba, calle abajo, ni se te pase por la cabeza. Bastante tenemos con lo de
los balcones de las ocho de la tarde.
−Mira. Ya me estás dando una idea, Ulio. ¿Qué pasaría
si esta tarde sacáramos los altavoces a la ventana y pusiéramos la Grándola con
esto que estamos escuchando?
−Pues pasaría que los de la hermandad que le cantan a
la Virgen su himno a lo mejor se molestaban. Y que los de las palmas, a lo
mejor pensaban que lo hacemos a caso hecho para que no se les escuche. Y que
los de las cacerolas pudieran decirnos rojos de mierda. Y que los otros igual
nos percudían con tinte verde. Si es que somos de un avaricioso que hasta las
canciones nos las apropiamos como si fuéramos a poder cantarlas después de
muertos.
−Pues yo voy a intentarlo.
−¡Ay, Cordia! Ganas me dan de meterte un clavel en la
boca para ver si dejas de disparar.
−¿Estás diciendo que yo disparato?
−Disparar, Cordia, Disparar.
* * *
À sombraaa
duma azinheira-a
Cordiaaa a tua vontade
jurei teer
por companheira-a
que já não
sabia a idade-e…
−¿Se puede saber que
canturreas, Ulio? Que llevas toda la tarde con el mismo estribillo, corazón
mío.
−Nada, hija, nada. Ya me
conoces. Se me mete una músiquilla en la cabeza y…
En CasaChina. En un 24 de Abril de 2020
Grândola, vila
morena
Grândola, villa morena.
tierra de fraternidad |
Grândola, vila
morena
terra da fraternidade |
es el pueblo el
que más manda
|
o povo é quem
mais ordena
|
dentro de ti,
oh ciudad.
|
dentro de ti, ó
cidade
|
En cada esquina
un amigo
|
Em cada esquina
um amigo
|
en cada cara
igualdad
|
em cada rosto
igualdade
|
Grándola, villa
morena
|
Grândola, vila
morena
|
tierra de
fraternidad.
|
Terra da
fraternidade
|
Es el pueblo el
que más manda
|
O povo é quem
mais ordena
|
A la sombra de una encina
|
À sombra duma
azinheira
|
te juré por compañera
|
jurei ter por
companheira
|
Grándola tu voluntad
|
Grândola a tua
vontade
|
te juré por compañera
|
jurei ter por
companheira
|
a quien no tenía edad
|
que já não
sabia a idade
|
Versión con letra
traducida: https://youtu.be/mb9YCeQ1CCA
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