61/2020
(Croniquilla del Viruso Coronado - 36)
Por
entonces, un 21 de abril de 2020, llegó a Singla la noticia del prodigio
producido en el Cenáculo Capitalino, sin que al parecer conmoviera a nadie de
los allí atrapados tan lejos de lo suyo, más allá de un último recuerdo sobre
los orígenes del nombre de sus propios pueblos.
Antes
de seguir adelante, y puesto que esto va para largo (me refiero a lo de las
Croniquillas; −a lo otro, también−) bueno sería ir aclarando algunas cosas de
las que se me amontonan entre las letras que quiero ir dejando por aquí, y ello
para que, si llega un día en que podamos salir de nuestros agujeros, sepamos de
lo que estuvimos hablando. Podríamos empezar, un poner, por el nombre del
pueblo donde sucedieron y siguen sucediendo los hechos que comencé con lo de la
Cordia, −Misericordia reducida a la mínima potencia, para irnos entendiendo−. Me
referiré a este pueblo, como podría ser cualquier otro, a donde llegan los
cuentos de lo que pasa por ahí, aunque a este todo parece que llega aquí tarde
y mal.
No es que nadie, salvo Sus el Corto del que iré
dando razón, supiera muy bien o se interesara siquiera por esos orígenes; porque,
quitado el hecho de que la gente se fue (a la vendimia de Francia, a las kartoffeln
de Alemania; o, lo que es peor: a estercolar profundidades) y nunca volvió, el
paisaje fijo era el que era; y, al paisanaje que iba quedando le bastaba y tenía
más que suficiente con la cantinela con la que Sus el Corto anestesiaba las
siestas más pesadas y agobiantes, calle arriba, calle abajo, poniéndole a la
monserga una musiquilla que parecía una llamada de retreta: “échate pallá,
que viene Singla…échate pallá, que viene singla”.
Como si Singla, un pueblo anclado entre riscos más
afilados que el cuchillo de un capador, y abocado sobre el filo de barrancos más
secos que los ojos de nuestro ciego, pudiera librarse de su destino ladeándose
de sitio e iniciar otra singladura que no fuera la de esperar eternamente.
Singla permanece como lo hicieron; como si le hubieran
ido hincando casa a casa, corral a corral, paisano a paisano, en lo más
escurridizo de las desniveladas laderas de la Historia, y no creo yo que
pudiera moverse a sus anchas, cual viuda sin arrimo en cama de matrimonio.
Aunque, bien pensado, dependiendo de la hora del día en
que se mirara, y desde el ángulo desde el que se le acecharan las hechuras,
pareciera que Singla siempre estuviera cambiando de sitio, con la intención de
confundir a los forasteros sobre la solidez del suelo que pisaban y moverle a
los oriundos el empedrado debajo de sus pies, por si les entraba la tentación
de desalertarse, olvidándose de la perpetuidad de la estirpe de las Cordias o
de las Toñas rurales.
La Cordia, de la que queda todavía mucho por contar, escuchó
lo del prodigio cuando estaba delante del puesto de hortalizas, en la Plaza de
Abastos, y ni se paró siquiera a echarle más cuentas que las precisas a lo que
se referían entre sí, guardando las distancias, entre la hija de la Tonia y la
barragana del Simeón, más conocido por Meón a secas; la Tiana. Así que, sin
prestarle mayor atención, y con las prisas de poder llevarle a su Braulio, de
remote, el Ulio, los avíos para el ponche de la tarde, con el que ambos dos se
aliviaban del encierro, siguió su camino, no sin escuchar algunas palabras
sueltas.
−¡La vítica[1],
nena! −escuchó salir de debajo del tapabocas forzoso de la Celemina. Pues no
dicen que todiquiticos los Tribunos se han quedao tiesos como una hoja de
bacalao…
Siguió a lo suyo
la Cordia, −aunque sin poder evitar el viejo hábito de alargar la oreja, que
disimuló pidiendo que le despacharan dos kilos de melocotones. Como reservas de
azúcar guardaba ella en abundancia desde los tiempos de su padre, ya solo le
quedaba por mercar el vino blanco y la canela; y se volvería a su casa antes de
que los Munigilantes del Ayuntamiento se ensañaran con ella por lo que todos en
Singla sabían y nadie mentaba, y se la llevaran a la prevención, separándola de
su Braulio de mala manera.
* * *
Tal parece que la frase mágica fue la que se le escapó a
una de las limpiadoras del Cenáculo:
“¡Qué cansera!” −había soltado la intermitente fregantina,
tapándose previamente la boca con una rodilla[2].
Llevaban ya los Tribunos casi
una hora agraviándose entre sí, con el ahínco propio de quien conoce que
aquella justa se estaba trasmitiendo en directo a toda la Nación; el mismo tiempo que llevaba la fregantina
subiendo y bajando al Púlpito tras cada intervención para limpiar el micrófono
y sus alrededores de los salivazos teñidos de distintos colorines, cuando se le
vinieron a la boca unas ansias con sabor a tueras que no pudo contener. Y soltó
lo que soltó, sin que le diera tiempo al Ordenanza a responderle un “qué
sabrás tú siendo de pueblo; ¿nadie te ha dicho que lo que les costean es que
hagan como que se muerden y se tiran a muerte?”.
¡Qué cansera…!
¡Un minuto de silencio! −había aullado el micrófono impoluto
desde el Sitial Presidencial, intentando sin duda rebajar el oleaje, momentos
antes de que la fregantina lanzara su conjuro.
Tal parece que los Tribunos, que habían guardado ya un
minuto de silencio inicial en homenaje a los Viejos Oradores del Cenáculo,
caídos últimamente por mor del Dios del Viruso Coronado, entendieron que, o no
les había salido bien el primero, o no lo habían grabado las cámaras con la
suficiente fidelidad como para sacarlo en el noticiero de la tarde.
La secuencia puesta por su
orden, según vamos sabiendo en Singla, vía eso que llaman fake news, y
la Cordia le dice “cuando el río suena…”, fue
más o menos así:
(Silbidos, pataleos y quiquiriquises en el Gallinero).
−¡Un minuto de silencio!
(Micrófono Presidencial en desafuero).
(Y ahí llegó el detonante).
−¡Qué cansera! (voz en off de la official
limpiadora).
Todos los qui-qui-ri-qui-se-ros
del corral se ponen en pie a una.
La Presidente, hierática ella de fábrica cual
escriba egipcio, echó hacia atrás su Sitial Áureo, decorado con pelotillas tipo
majoletas[3] y
ramas de laurel sin hervir en relieve, sitial que unos puntillosos Ujieres acabaron
de retirar ante el repullo de la ocupadora que, imitando el arranque autómata de
sus polluelos, se puso de pie, aunque ligeramente de perfil, dispuesta a salir
de naja si de lo que se trataba era de una correría de cualquier reencarnación
de un Tejero redivivo en el Cenáculo, apuntando al personal con su esperpéntico
y contundente “todo el mundo quieto”, cual si no pudiera olvidar los juegos de
su infancia de “manos arriba” o se hubiera reencarnado en Viruso Vírico.
Según se levantaba o se enderezaba cada cual, delante de
su gradilla unos, delante de su sitial presidencial la otra (o, a lo mejor, no
era la otra, sino la de siempre), en su Púlpito la tal Yetana, y, tras los
sillones, los Ujieres de Azul, algo descendió desde las vidrieras emplomadas
y multicolores de la bóveda límbica[4],
allí donde los disparos del 23-F dejaron sus razones gonadales (o sus sinrazones
de esfínteres desmandados), y se expandió por todo el tentadero, cual efluvios
de lejía soporífera, petrificando a los asistentes en la postura que a cada uno
le pilló el hechizo.
Gracias sean dadas al Dios
de los ábacos por haberse valido de algo tan esmirriado como un Viruso para que
los asistentes al aquelarre no alcanzaran a contabilizar la media docena.
Porque hubiera sido una ¿tragedia? que estuviera allí formada toda la tropa,
como venía sucediendo de lo del Viruso Coronado, cuando todos iban a ver qué pillar.
* * *
Las noticias que van llegando a Singla, a pesar de que la
fuente de información inicial haya sido la hija de la Tonia, la TAL CristóBola,
parece que esta vez se confirman a su manera: la docena escasa de asistentes a
la función de hoy, incluidos ayudanteS uniformados y los limpiacosas, siguen
allí, cual estatuas de sal vestidas de Armani o de Caprile; o, simplemente, disfrazados
de película del Oeste con la marca borrada para guardarse de los barridos de
cualquier cámara indiscreta.
Cuentan de las Víctimas Propiciatorias[5] que
su tiesura es algo chocante, aunque mantienen la misma postura que tenían en el
momento en que bajó de los cielos, o de los labios de la limpiantina, el polvo
mágico; silenciados (o silenciosos, porque ese detalle todavía es oscuro). “Impasible
el ademán[6]”
unos; “en pie los esclavos sin pan[7]”
otros; “serenos y alegres/ valientes y osados[8] los
menos; tornadizos los nostálgicos cantores independentistas de “¿La Reina
vol corona? / Corona li donarem.../ que vingui a Barcelona[9]”.
La vista al frente todos ellos. Sin más movimiento −dicen quienes los ha visto−
que un ligero parpadeo, pienso yo que para hidratarse la ceguera colectiva,
sin poder desprenderse de la añeja parálisis infantil que los envuelve.
Y digo yo que, llegado el momento de la Limpieza General,
−que llegará−, si las estatuas de sal coloreadas siguen incorruptas gracias al
grito del “qué-cansera” lanzado por la representante de la limpieza, y
momificadas gracias a lo que sea, debieran conservarse tal cual, cada una en su
cubil, aunque sea preciso levantar nuevos sitiales y nuevos púlpitos, o ampliar
las peanas en el patio de butacas, a fin de respetar como se merecen estas
representaciones ancestrales, ejemplos vivos de una historia muerta.
Seguiré informando de lo que llegue a nuestro lejano
pueblo; a este Singla, cuyo nombre nadie sabe muy bien lo que significa, por
mucho que Sus el Corto aletargue las siestas más pesadas y agobiantes con
musiquilla de retreta: “échate pallá, que viene Singla…échate pallá, que viene Singla”.
Mira que como Singla se eche a andar un día de verdad…
Mientras tanto, ¿…y si nos pusiéramos a componer nuevos himnos? Por
ejemplo, y ya en plan Beethoven, un amaño del Himno de la Alegría para sordomudos
como el que acabo de encontrar:
Estatuizada en CasaChina.
En un 15 de Abril 2020. (Mesiversario 1º)
(Cordia II)
[1] LA VÍTICA: Exclamación usada en la comarca de Sierra Mágina para exteriorizar
una impresión exagerada o una admiración sin límites. [De mi EXPRESIONARIO de
Sierra Mágina].
[2] RODILLA:
trapajo viejo, resto de prendas desechadas, usado para la limpieza más basta.
[3] MAJOLETAS: frutos rojos del majuelo,
majoleto o espino albar, también llamados tapaculos o aprietaculos. [MI
EXPRESIONARIO DE MÁGINA]
[4]
SISTEMA LÍMBICO según la RAE: 1. m. Anat. Parte
del cerebro implicada en las emociones, el hambre y la sexualidad.
[5] PROPICIATORIO:
En el hebreo original se denomina kappôreth (כפורת -"cubierta",
"asiento sagrado" o "asiento de honor"… (Fuente:
WIKIPEDIA),
[6]
“IMPASIBLE EL ADEMÁN”: parte del himno fascista “Cara al sol”.
[7]
“…EN PIE LOS ESCLAVOS SIN PAN”: parte del himno comunista “La
Internacional”.
[8]
Fragmento inicial del “Himno de Riego”, adoptado por los liberales del
S. XIX.
[9]
Fragmento de una letrilla satírica cantada por los separatistas catalanes
durante la Guerra Civil española.
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