Un planeta triste y oscuro - 29/2025
Pues resulta que llueve, y llueve, y llueve.
Que a pesar de este abril de medio pelo
hecho de soledades silenciadas,
llueve.
Y llueve. Y llueve. Y llueve sin respiro,
con sacrílega saña.
Sin clemencia
en la inexactitud del Jardinillo que tengo de prestado.
El DomingoDeGloria se conduele
de una resurrección imaginera de cera y llanto apócrifo.
Un relámpago.
(Quizá, una esperanza).
Y lluvia. Y lluvia. Y lluvia.
Y mantillas, paraguas, cordobanes,
costaleros de pago,
dolor de quita y pon de una saeta.
Lutos
y medios lutos
y un alivio de luto que no escampa.
Rosarios de enlutados azabaches
que abjuran de su culpa de ser negros
ante una inquisición sin quitasoles
que ejecutan sentencias caducadas.
Se escuchan
clandestinos murmullos de caireles
de una FeriaDeAbril que ya se avisa.
Clama un CirioPascual recién prendido por orden de Pilatos
guardado a buen recaudo entre fantasmas,
acogido a sagrado hasta Pentecostés
si el tiempo y el solano lo permiten
Pero en mi jardinillo
entre un crisol de luz deshabitada
llueve.
Y llueve. Y llueve. Y llueve.
Mientras que a la intemperie,
a cielo abierto,
los pujantes pimpollos de aliento se saludan
con las primeras rosas de este año:
¡Feliz resurrección!
La soledad oficial regresa a sus parroquias.
La mía, se queda.
Será que están llevando a cristianar
la bendición profana de la lluvia
y la profanación sagrada de la cera.
¡Feliz resurrección a la orfandad de todos los silencios de secano!
En CasaChina. En un DomingoDeResurrección de 2025
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